
La decisión desesperante y altamente riesgosa de partir por vía marítima hacia las costas de Europa, surge con el fin de encontrar una salida del pánico de la guerra y la pobreza exagerada que abunda en los países de origen de los migrantes; sin embargo puede que se encuentren ante el escenario de no poder llegar a su destino ni jamás regresar a casa, al ser el Mar Mediterráneo, la ruta más letal para realizar esta marcha.
Una cifra que solo va hacia arriba
3279 fallecidos en 2014; 3777 muertos en 2015; 5079 cadáveres en 2016 y una cifra de 2839 a la que se siguen sumando cuerpos sin vida en 2017, son solo una muestra de cómo el apetito voraz del Mar Mediterráneo se vuelve más insaciable con cada año que pasa, o al menos así lo denuncia la Organización Mundial de las Migraciones (OIM).
¿Qué pasa con los niños?
Como deja ver el caso del fallecimiento de las 26 niñas de Nigeria, el Mar Mediterráneo no perdona ni la vida de los más pequeños. En las barcas, que los traficantes llenan literalmente hasta los bordes, viajan menores de edad, niños, adolescentes y hasta bebés sin ningún tipo de compañía adulta; todos juntos corriendo el riesgo de caer en un trágico destino.
Incluso, no solo el mar se encarga de aportarle sufrimiento a la vida de los infantes que abordan en las barcas, sino también las mentes malintencionadas por la violencia y la perversidad sexual. Es por esta razón que actualmente hay una investigación abierta que busca responder a si las 26 menores fallecidas sufrieron abusos sexuales o fueron torturadas en el transcurso de la tenebrosa ruta desde Libia en la que se embarcaron con fe de que podrían construir una mejor vida en las zonas de Europa.
FUENTE: Con información de Gabriela Nava (Pasante) - http://noticiaaldia.com