Con el caso de la mega empresa criminal Odebrecht, hemos llegado a un punto de bifurcación: o somos capaces de ascender como sociedad, o continuará el descenso para terminar siendo un lugar donde vive gente. Pero gente, local o foránea, para la cual nuestro país es un negocio o un lugar para sus negocios.
Panamá como nación, como país y como República ha sido desviada de los valores, los principios y objetivos que corresponden a cada uno de esos conceptos. La gravedad de los hechos, no parece ser tomada en cuenta por los gobernantes, a pesar que los mismos hechos, testarudamente, actúan a diario esperando una reacción ciudadana que no se da.
Y , es por ello, que se impone un movimiento ciudadano de acción, para alcanzar la liberación y romper con las cadenas de secuelas que la corrupción propicia diaria e impunemente.
La educación, la calidad de vida, la seguridad jurídica, las garantías económicas, sociales y procesales, no podrán conocer mejoría alguna si no logramos liberarnos de estructuras caducas, desfasadas y degeneradas, que predominan en nuestro cuerpo social.
La tarea de liberación solo la lograremos, con y entre, todos los que queremos a Panamá y que estamos dispuestos a recuperar nuestra nación, nuestro país y nuestra República de las politiquerías de sus promotores y favorecedores.
Los obstáculos se multiplicarán en la medida en que no actuemos decidida y patrióticamente. Solo liberándonos de las actuales estructuras de poder, recuperaremos nuestra dignidad y nuestra identidad para poder tener la personalidad interna y externa necesaria de nuestros tiempos.
No permitamos que las voces que desalientan nuestras actuaciones cívicas de protesta, ensordezcan nuestra voluntad de liberar a Panamá.
Catedrático Univeristario
No permitamos que las voces que desalientan nuestras actuaciones cívicas de protesta, ensordezcan nuestra voluntad de liberar a Panamá.
FUENTE: Artículo de Opinión - Miguel Antonio Bernal - http://elsiglo.com.pa