
Los centros de salud nigerianos están abarrotados, se reportaron más de mil casos sospechados y 300 de ellos fueron confirmados. Por la dificultad para diferenciarla del dengue o la malaria, se estima que podría haber muchos más infectados. No hay cura ni vacunas y es tan contagiosa que hasta los médicos y cuidadores están en riesgo. Según afirman los expertos de la Organización Mundial de la Salud se extiende más rápido que nunca.
No es una enfermedad nueva, apareció por primera vez en 1969 y está vinculada a la rata (Mastomys natalensis), su huésped natural, que es muy común en el oeste de África. También es conocida como “fiebre hemorrágica viral” y cualquier contacto con algo contaminado con orina de rata, heces, sangre o saliva puede resultar contagioso. Aunque la epidemia se originó por la infección de persona a persona a través de fluidos corporales y se investiga si se puede transmitir a través del contacto sexual.
La gran preocupación proviene de su complejidad para distinguirla de otras enfermedades menos graves ya que la mayoría de los que contraen la Fiebre de Lassa sólo muestran síntomas leves, como fiebre, dolor de cabeza y debilidad general. Incluso puede no tenerse síntomas. Sin embargo, en silencio, la enfermedad llega a afectar a muchos órganos y dañar los vasos sanguíneos del cuerpo.
Su índice de mortalidad es del 22% y es especialmente peligrosa para las embarazadas ya que en más del 80% de los casos mueren tanto la mujer como el feto.
¿Cuál es la solución? Para los residentes en la zona, tal como anuncia la BBC, se recomendó bloquear los agujeros que puedan permitir que las ratas entren a las casas, tirar la basura en tachos de basura cubiertos y almacenar alimentos y agua en recipientes herméticos. Además, utilizar guantes para cuidar a un enfermo.
FUENTE: El Clarín - http://noticiaaldia.com