La teoría de que ETA estaba detrás del incendio del Corona de Aragón fue atizada por el entorno de los Franco: “A mí nada ni nadie me quitará la íntima y profunda convicción que el holocausto fue un atentado en toda regla contra mi familia y contra los altos estamentos del Ejército”, aseguró José Cristóbal Martínez-Bordiú, nieto del dictador.
El periódico ‘El Alcázar’, por su parte, se tiró a la piscina a las pocas horas de la tragedia del hotel con una edición especial titulada: “ETA seguirá en guerra contra España”. El clásico "fue ETA", aunque quizá hubiera sido más preciso titular: ¿Por qué las llamas persiguen a los Franco?
‘Fuego camina conmigo’ es el título de una película de David Lynch, pero también resume las peripecias de la familia del Caudillo en la Transición: a los Franco les persiguieron las llamas esos meses, sin que haya quedado claro si lo suyo era un inverosímil caso de mala suerte, si había una mano negra detrás o si alguien se benefició de aquellos incendios.
18 de febrero de 1978: fuego en el Pazo de Meirás.
12 de julio de 1979: fuego en el Hotel Corona de Aragón.
30 de julio de 1979: fuego en los alrededores del Canto del Pico (Torrelodones, Madrid), casa de recreo de Francisco Franco donde se acumulaban sus objetos personales.
Y no fueron los únicos fuegos sospechosos.
Fuego camina conmigo
Diez y media de la noche del 18 de febrero de 1978: arde el Pazo de Meirás. Explicación oficial en caliente: cortocircuito en la instalación eléctrica debido a su antigüedad. Según la primera nota del Ministerio del Interior, “el incendio se ha ocasionado como consecuencia de un cortocircuito que pudo producirse incluso en algunos de los días anteriores, permaneciendo las llamas en estado latente bajo el falso techo y manifestándose al exterior al alcanzar la zona del pazo más fácilmente combustible”.
La teoría oficial —que sigue manteniéndose a día de hoy— resultó tener bastantes agujeros: el guarda de Meirás dijo que horas antes había recorrido el pazo sin detectar nada raro y “desconectado una a una todas las llaves del cuadro de mandos de la electricidad”, según informó la revista ‘Posible’ en marzo de ese año.
‘La Voz de Galicia’ título así su información 24 horas después del suceso: “Se descarta que un cortocircuito haya sido la causa del incendio en el Pazo de Meirás”.
La revista ‘Reporter’ escribió lo siguiente el 1 de marzo de ese año: “Quemar una historia es un proceso a veces imposible y siempre arriesgado. Unos años de la vida de un país siempre van ligados a recuerdos de actuaciones, a lugares donde se vivió, a personas e innumerables detalles más. Sin embargo, puede haber alguien dispuesto a borrar de un plumazo su pasado, utilizando un medio que invite a la confusión general”. Alguien había quemado Meirás aposta, insinuaban; vale, pero, ¿quién y por qué?
“Mientras en la prensa se iniciaba un debate sobre si los papeles de Franco eran propiedad privada o patrimonio del Estado… en Meirás se quemó una parte escondida de la historia de España”, aseguró ‘Cambio 16’ el 5 de marzo de 1978. Ahí había un posible motivo.
“Parece que quedaron destruidos importantes documentos privados de Franco. Algunos se salvaron. Entre ellos, un informe confidencial de la Dirección General de Seguridad”, añadió la revista ‘Posible’.
¿Se incendió el Pazo de Meiras para carbonizar papeles potencialmente comprometedores?
Pilar Franco Bahamonde, hermana del dictador, respondió indignada a las teorías alternativas sobre el incendio... atizando otras diferentes: “Toda la familia estamos amargados con tanta calumnia e injuria que se dice sobre nosotros. Sin ir más lejos, hace unas semanas quemaron intencionadamente el Pazo de Meirás y todavía los periódicos quieren hacer ver que fue un accidente fortuito… Aunque se habla mucho de la fortuna de los Franco, no tenemos dónde caernos muertos”. Lo de que los Franco no tenían dónde caerse muertos, no era cierto; lo de que alguien quemó Meirás para molestar a los Franco o eliminar lo que fuera, no está claro, pero los extremos se tocaban: franquistas y antifranquistas opinaban (por motivos diferentes) que el incendio olía a chamusquina (y quizá había un complot).
“Pasto del fuego, la sala de los consejos de ministros y las habitaciones privadas quedaron reducidas a ceniza. Ardieron las acuarelas y los óleos pintados por Franco en sus horas de ocio, pero también documentos decisivos sobre la ascensión del Generalísimo al poder, diarios personales e informes secretos sobre la restauración de la monarquía, en un momento en que la opinión pública debatía si los papeles de Franco eran propiedad privada o patrimonio de todos los españoles”, escribió Mariano Sánchez Soler en ‘Los Franco S.A.’.
En efecto, qué hacer con los Franco y sus propiedades fue tema de debate nacional aquellos meses. Aunque al final triunfó el no hacer nada con ellos, el clan Franco no las tenía todas consigo y no se quedó de brazos cruzados. Todo tipo de movimientos subterráneos se produjeron aquellos días extraños de cambio de régimen, y la prensa se volvió loca tratando de interpretar qué estaba pasando.
"En la madrugada del 25 de abril, alguien entró en la finca de Valdefuentes (Móstoles), propiedad antigua de Francisco Franco, y se llevó algo. Alguien entró hace semanas en la finca de Canto del Pico (Torrelodones), propiedad antigua de Franco, y revolvió buscando algo. Alguien, según la familia, entró en Meirás y probablemente se llevó algo antes del incendio… La cuestión es otra: hasta que doblemos el cabo de Buena Esperanza de la Constitución, no sabremos qué hay que tapar, qué sustituir, qué cubrir con el pico de la alfombra, qué bautizar y qué enterrar. Cada 40 años este país cubre, sierra, derriba, cambia, tapa y despinta con una seriedad de tribu africana”, escribió Pedro Rodríguez en la revista ‘Posible’ en mayo de 1978.
“¿Cómo es posible que se incendie fortuitamente un lugar en el que no vive nadie?”, se pregunta ahora Mariano Sánchez Soler, gran especialista en los negocios de los Franco. “Nadie lo sabe, pero lo importante es entender el contexto”, añade.
El contexto
Las incógnitas no harían más que dispararse meses después, cuando ardieron los alrededores de Canto del Pico, cuya recalificación buscaban los Franco para vender a precio de oro: miles de metros cuadrados de posibles chalés en plena sierra rica madrileña.
Los incendios de Canto del Pico y el Pazo de Meirás se produjeron en un contexto muy especial: aún no estaba claro de qué lado caería la tostada de la Transición, si las propiedades del dictador serían expropiadas y sus papeles personales fiscalizados. Al clan Franco, como es lógico, le entró la prisa: quería vender los palacetes del Generalísimo cuanto antes para hacer caja, pero no era sencillo: eran edificios protegidos o estaban en suelo rústico (Canto del Pico), lo que dificultaba cualquier operación especulativa.
El alcalde de Torrelodones de esa época, Serapio Crespo, de la UCD, frenó una negociación con los Franco por el Canto del Pico cuando le pidieron recalificar los terrenos —rústico-forestal— para hacer chalés (70.000 metros cuadrados a dividir en 40 parcelas). Los Franco vendieron finalmente Canto del Pico en 1988, por mucho dinero, pero menos de lo que les hubiera gustado. La finca ha sido objeto de numerosos incendios y saqueos antes y después de esa venta.
“Tampoco se supo jamás si el incendio del Canto del Pico había sido intencionado. Se desconocía la manera en que había empezado un fuego que pudo arrasar la frondosa finca y convertir en cenizas cientos de hectáreas de terreno rústico con el que nadie podía especular. Todavía. En menos de dos años, todas las propiedades carismáticas de la familia habían sido asaltadas o convertidas en hogueras. Sospechosamente. Por eso, cuando años más tarde, en pleno verano de 1984, el Pazo de Meirás fue desvalijado, utilizando una simple palanqueta, por unos expertos ladrones que conocían el terreno al dedillo y se llevaron obras de arte estimadas en 15 millones de pesetas tras seleccionar certeramente las más valiosas, el asunto apenas fue noticia”, cuenta Sánchez Soler.
Si todo esto les suena conspiratorio, quizás es que no conocen lo que escribió Jimmy Giménez-Arnau en sus memorias, ‘Yo, Jimmy. Mi vida con los Franco’. Jimmy se convirtió en el nieto político del fallecido dictador tras casarse con Merry Martínez-Bordiú durante la Transición. La opinión más jugosa de Jimmy sobre la oleada de fuegos está enterrada en la página 173 del libro. Atención, que vienen curvas:
“La verdad es que las instalaciones eléctricas del Pazo de Meirás eran nuevas. Ocho o diez meses antes del siniestro, se había estrenado una instalación completamente al día. El generador se hallaba alejado del edificio. Fue provocado el incendio; por tres sitios distintos empezó el fuego. Merry y yo lo pudimos comprobar en persona casi un año después. La noticia fue pactada. Entre quién, no sé, pero fue pactada sin remilgos. He aquí la razón: al anunciarse que era un incendio fortuito, se cobraba el seguro. ¿Lo pagó el Gobierno? Las compañías de seguros no cubren atentados políticos. Al sector crítico de UCD, cuya misión ha consistido en ignorar a toda costa todo lo que se llame Franco, no le interesaba que aquello fuese fruto de excesiva atención. Así fue. Y todos contentos. El encargado del pazo, al verano siguiente, me enseñó, uno a uno, los tres focos donde empezó a arder el pasado”.
Borrón y cuenta nueva. No hay mejor metáfora de la Transición.
FUENTE: Con información de CARLOS PRIETO - https://www.elconfidencial.com