
La Generalitat como institución sale mucho más débil tras esta crisis.
Los gestos de Torra han resultado muy caros. Incluso para JxCAT, ya que primero se alimentó entre sus seguidores que la desobediencia era posible y estos ahora ven con tristeza cómo incluso en lo simbólico, la Generalitat y el independentismo tienen que recular. Torra ha escogido mal el territorio para la precampaña y ha salido escaldado.
Estaba claro que jugarse la inhabilitación de un presidente de la Generalitat por un lazo en un balcón no era muy inteligente. Sus socios en el Govern así se lo plantearon, pero no lo dijeron en público. Torra persistió en su entorno cerrado de periodistas radicales y tuiteros. Y ha resultado una catástrofe política.
La unidad del Govern también sale tocada. De manera sutil, el primer edificio en retirar los símbolos y lazos fue la conselleria de Economía, donde manda el vicepresidente catalán, Pere Aragonès, líder de ERC. Nada sutil. Los republicanos se desmarcaban del 'torrismo', si es que este existe. Incluso en el PDeCAT había disensiones, pues se consideraba que la polémica de los lazos no les aportaba nada, solo les restaba. Ni el conseller de Interior, Miquel Buch, quería ver la foto de los Mossos retirando la pancarta de la fachada del Palau. Sabía que eso le debilitaba muchísimo. El presidente del Parlament, Roger Torrent, lo dejó muy claro cuando salió de visitar a los presos: "El problema no son los lazos". Justo lo contrario de lo que llevaba planteando Torra desde hace más de una semana. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de MARCOS LAMELAS - El Confidencial