Pero lo primero que debemos hacer es tener muy claro qué es la H. pylori. Se trata de una bacteria microaerófila (que necesita menos oxígeno para sobrevivir del que se encuentra en el aire), de forma helicoidal (como un sacacorchos) y con multitud de flagelos. Su hábitat ideal es nuestro estómago, dado que se alimenta del hidrógeno liberado por las bacterias de nuestro tracto intestinal y también por los procesos ácidos en el interior de nuestro sistema digestivo. Aparte de causar las enfermedades anteriormente mencionadas, también es la responsable del mal aliento, como explican desde el CMED: "Esta bacteria es la responsable del 90% de los casos de halitosis".
Como explican en un estudio el investigador Khalid O. Alfarouk y su equipo del Alfarouk Biomedical Research en Estados Unidos y de la Universidad de Khartoum en Sudán, en 1875 se planteó la hipótesis de que las úlceras gástricas podían estar causadas por bacterias. No fue hasta 1982 que los científicos australianos Barry Marshall y Robin Warren descubrieron la bacteria helicoidal responsable: la Helicobacter pylori (ese descubrimiento fue la razón de que los científicos recibiesen en el año 2005 el Premio Nobel de Medicina). Desde ese momento se investigaron en profundidad los efectos de esta bacteria, llegando a la conclusión de que la gastritis no era (exclusivamente) una afección causada por el estrés, sino que tenía un origen infeccioso. Esta gastritis es la que está relacionada claramente con el aumento del riesgo de padecer cáncer de estómago.
Aunque multitud de estudios observacionales y estadísticos relacionan claramente la infección por H. pylori y el cáncer gástrico, los mecanismos por los que esto tiene lugar nunca antes habían sido descritos. Era claro que lo provocaban, pero nadie sabía por qué. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de Álvaro Hermida - El Confidencial