La Policía Nacional detectó el plan a finales de 2018. Un narcotraficante brasileño al que seguían los pasos en la Costa del Sol estaba tanteando diversos puertos para introducir cocaína, proyecto para el que contaba con la ayuda de su socio armenio. A través de sus contactos, llegaron a un hombre que conocía a varios estibadores de Málaga con los que coincidía en el gimnasio, pasando así el sujeto a hacer de enlace entre ambas partes. El pacto fue sencillo: por cada kilo de cocaína que entrase, los trabajadores cobrarían entre 3.000 y 4.000 euros. Pero para evitar que el acuerdo saliera a la luz, los narcotraficantes compraron a uno de los hombres más poderosos del puerto: el presidente del comité de empresa de la Sociedad de Gestión de Estibadores Portuarios en Málaga, que ya se encuentra en prisión.
A medida que los narcotraficantes cerraban los últimos flecos del plan, la Policía detectó conversaciones en las que hablaban ya del 'pelotazo' que podía suponer abrir esta nueva vía. Tanto el brasileño como el armenio empleaban sistemas de comunicación encriptados, pero otros de los detenidos no fueron tan cuidadosos a la hora de tratar el tema, lo que permitió seguir sus pasos de cerca. Fuentes policiales explican además que otros capos de la droga también se interesaron por esta posible nueva ruta para introducir cocaína en España, pero prefirieron esperar a ver cómo se desarrollaba el primer envío. En la misma línea, los investigadores apuntan a que solo se enviaron ocho kilos desde Brasil porque sus contactos allí no estaban convencidos sobre cómo funcionaría su entrada. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de PABLO GABILONDO - El Confidencial