Por supuesto, no es la primera vez que Tarantino convierte realidad y ficción en sanguinolentos compañeros de cama, ni la primera en la que en el proceso sugiere que el cine, como forma artística y como industria, es capaz de remediar algunas de las imperfecciones de la vida. Aquí, en concreto, encuentra varias maneras —algunas epatantes, otras rotundamente conmovedoras— de hacer que dejemos de considerar a Tate un mero cadáver icónico y la veamos como el bello ser humano que sin duda fue. Dicho esto, ni ella ni Manson son el principal asunto de 'Érase una vez en... Hollywood'.
Situada en 1969, la película acompaña a Rick Dalton y Cliff Booth o, dicho de otro modo, a Leonardo DiCaprio y Brad Pitt —exponentes ambos de un tipo de estrellato en vías de extinción—. El uno es un actor televisivo cuyos días de gloria parecen estar contados; el otro, además de su mejor amigo, es su doble en las escenas de acción y, en realidad, algo parecido a su asistente. Mientras los contempla pasear por la ciudad de Los Ángeles, entre neones y cócteles al borde de la piscina y barras de bar y 'sets' de rodaje, 'Érase una vez en... Hollywood' captura un momento de transición en que el Nuevo Hollywood se preparaba para destruir al viejo. Sin embargo, la historia podría servir perfectamente como metáfora de la industria del cine de principios de los noventa, cuando Tarantino se consagró como una voz nueva e increíblemente estimulante, o de la actual, invadida por superhéroes. Después de todo, recordemos, el director ha dicho que se retira. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de ALEJANDRO ALEGRÉ - El Confidencial