Una de las estafas más clásicas es la de rellenar la botella de un buen caldo con otro de baja calidad, lo que toda la vida se ha llamado garrafón. Por suerte, cada vez se está investigando más para que no nos den gato por liebre. Ahora, un nuevo sistema de la Universidad de País Vasco (UPV) quiere detectar los fraudes enológicos sin necesidad de descorchar la botella.
La calidad de un vino viene determinada por sus características organolépticas: olor, color y sabor. Por ello, caracterizar un producto en relación con su composición aromática es igual que asegurar su limpieza, modo de elaboración y envasado e, incluso, evitar fraudes y falsificaciones. Lo cierto es que este líquido es una de las bebidas alcohólicas más complejas, con más de 1.000 componentes volátiles identificados. Eso hace difícil la detección del fraude mediante el análisis sensorial y que el análisis químico sea complejo. No obstante, existen una serie de enfoques analíticos prometedores. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de FRAN SÁNCHEZ BECERRIL - El Confidencial