Muchos autores —entre ellos, el recientemente fallecido Santos Juliá— han recordado el desarrollo de aquel debate y todos ellos consignan dos aspectos: los partidos catalanes plantearon el derecho de autodeterminación, y la izquierda, fórmulas alternativas, y al final no hubo un texto que reflejase los acuerdos, aunque sí un entendimiento porque, como relata el historiador Josep Contreras, “ni los catalanistas contaban con la fuerza para barajar fórmulas cercanas a la independencia, ni los republicanos españoles podían prescindir de Cataluña en el proceso de desgaste de la Monarquía” (páginas 128 y siguientes de 'Azaña y Cataluña. Historia de un desencuentro', del autor citado).
De la reunión —al no haberse redactado el detalle de los acuerdos— salieron los unos y los otros con propósitos y proyectos distintos que, a la postre, propiciaron la caída de la monarquía, pero también de la II República que se proclamó en 1931.
Un hombre tan ponderado y buen conocedor de la política catalana como Juan-José López Burniol se refería en 'La Vanguardia' el pasado 6 de diciembre a ese Pacto de San Sebastián de 1930 en un artículo que concluía así: “No piensen que traigo a colación estos hechos para establecer atrevidas comparaciones ni extraer trascendentes conclusiones. Mi propósito es modesto. Solo me atrevo a pedir que, si el Partido Socialista y Esquerra llegan a un acuerdo, cualquiera que este sea, lo concreten por escrito y lo hagan (…) con la verdad en el concepto, la propiedad en el lenguaje y la severidad en las formas. Dicho en plata: por favor, no nos engañen. No más ambigüedades”. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS - Notebook - El Confidencial