Terminada la Primera Guerra Mundial, fue declarada ilegal y pasó a denominarse en la clandestinidad ‘Grupo de Estudios de la Antigüedad Germánica’. Lo más probable es que la mayoría de los nombres relevantes de esa sociedad sean desconocidos para el gran público a excepción del último: Karl Harrer, Anton Drexler, Gottfried Feder, Hans Frank, Dietrich Eckart y Alfred Rosenberg. ¿Por qué son relevantes? Harrer, un periodista deportivo y Drexler, un cerrajero de la factoría de ferrocarriles de Múnich, habían fundado, en enero de 1919, junto a otros escasos 25 miembros, el Partido Obrero Alemán -DAP-. El resto formaba parte de él, incluyendo a Rosenberg, quién posteriormente sería uno de los mayores teóricos de la Solución Final del Tercer Reich.
Como buen producto 'kitsch', la sociedad tenía hasta su propio medio de difusión el ‘El observador de Munich’, un periódico encargado de difundir las ideas rimbombantes y agresivas del grupo en la sociedad, pero carecía de órgano político hasta la creación del Partido Obrero Alemán. Si echan de menos el término ‘nacionalsocialista’ es porque aún faltaban unos meses para que llegara Adolf Hitler.
El acicate de la derrota
Mientras, el minúsculo partido estaba ya sustentado fundamentalmente en el nacionalismo pan germanista y el antisemitismo puro y duro, además de una mezcla de toda clase de ataques contra las democracias liberales, los órganos financieros y por supuesto el marxismo. A diferencia de la Sociedad Thule, que no dejaba de ser una organización de carácter elitista y teórico-racista -muy en consonancia con las ideas posteriores de Rosenberg- y de la que la gran mayoría formaba parte, el nuevo partido se estableció con la voluntad de integrar a un público más amplio, algo que no estaban consiguiendo. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de JULIO MARTÍN ALARCÓN - El Confidencial