En medio de una investigación que lleva el ente acusador por el homicidio de Óscar Eduardo Rodríguez Pomar, hijo de un sastre en Barranquilla, fue interceptado el teléfono del ganadero José Hernández Aponte, más conocido como el Ñeñe, asesinado el año pasado en Brasil y quien era el principal testaferro del narcotraficante Marcos Figueroa.
Ñeñe fue conocido en vida como un ganadero y empresario que, desde hace unos años, era el esposo de la exreina María Mónica Urbina. Su asesinato, perpetrado en mayo de 2019 en Brasil, fue lamentado por cantantes, ganaderos y congresistas. El expresidente Álvaro Uribe Vélez fue una de las personas que lamentó su muerte a través de redes sociales diciendo: “Causa mucho dolor el asesinato de José Guillermo Hernández, finquero del Cesar, asesinado en un atraco en el Brasil donde asistía a una feria ganadera”.
Mucho dolor.
Pues las interceptaciones de sus llamadas, legalmente obtenidas por las autoridades, demostrarían que este señor era el eje de una operación de compra de votos en la costa norte para el hoy presidente Duque y, según las grabaciones, por orden del expresidente y senador Uribe Vélez.
Es más, tal y como lo denunció el periodista Julián Martínez, existe evidencia que demuestra que la interlocutora del Ñeñe en una de esas llamadas para coordinar la posible compra de los votos era, nada más ni nada menos, María Claudia Daza Castro, la asesora más cercana de la Unidad de Trabajo Legislativo del senador Uribe Vélez.
Este no es el único elemento que conecta la campaña del presidente Iván Duque con el narcotraficante envuelto en compra de votos y fraude electoral Ñeñe Hernández.
Como se denunció en esta columna el pasado 28 de julio, el Ñeñe proporcionó un apoyo logístico y financiero en la campaña a la Presidencia de Iván Duque. Gracias a eso, él y su esposa fueron premiados como invitados de honor a la posesión del presidente Duque con unos puestos mejores que los de los magistrados de las cortes y otras personalidades. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - Yohir Akerman - El Espectador