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martes, 3 de noviembre de 2020

¿Y si pierde y no se va…? (+Opinión)

Por: Enrique Santos Calderón - A dos días de la elección presidencial más importante en la historia de los Estados Unidos, aún no comprendo cómo la primera democracia del mundo instaló en la Casa Blanca a un ser tan grotesco y peligroso. Más incomprensible aún –pero no descartable— sería que lo consagrara para un segundo mandato. No por el voto popular (como no lo fue hace cuatro años, cuando Hillary Clinton le sacó tres millones de votos), sino por el anacrónico Colegio Electoral o, en su defecto, por la derechizada Corte Suprema, a donde llegaría un enredado escrutinio final.

Incomprensible, de verdad, que repitiera. Pero no imposible, en una nación que no se caracteriza por la cultura política del ciudadano promedio y donde la pauperización de las clases medias creó un resentimiento antiélite que Donald Trump explotó con descarado populismo. Enorme ironía, además, cuando él personifica lo más voraz y corrupto de las élites contra las cuales truena en sus discursos. Pero le sonó la flauta y supo conectar y alimentar un sustrato de racismo, machismo, patrioterismo y xenofobia aún vivo en parte del pueblo estadounidense. Y ahí ha estado cuatro años, en la silla de mando de la primera potencia, maquillado y vociferante, mintiendo, macartizando y matoneando, en una gestión poco menos que obscena.

Sin alarmismos ni histerias, soy de los que piensan que la reelección de Donald Trump sería un peligro para la paz y sanidad ambiental de un mundo ya demasiado tensionado y envenenado.  The New York Times lo califica como “la más grande amenaza para la democracia americana desde la segunda guerra mundial”. Se trata, nos recuerda, de un hombre que ha abusado de su cargo, subordinado el interés público a sus intereses personales, despreciado la salud y libertades de sus compatriotas y socavado la reputación internacional de Estados Unidos. En síntesis, de un hombre indigno del cargo que detenta. Además de torcido empresario de quiebras fraudulentas y triquiñuelas tributarias.

En ese país hoy ultrapolarizado, otra cosa piensan las huestes republicanas que lo aclaman como el líder que reimpondrá la “grandeza de América”. Muchos quisieran incluso ser como él: duros y ricos. Influyentes emisoras regionales y medios como “Fox News” aún intentan desvirtuar las encuestas que le dan ventaja —cada vez más precaria— a Joe Biden. Atribuible en parte a que supo cobrarle a Trump su desastroso manejo de la pandemia, aunque ni esto, ni su mejor desempeño en el último debate, garantizan el triunfo, que debe ser contundente (también en el Senado) para evitar el saboteo trumpista.  A diferencia de Biden, un candidato desteñido, débil de carisma y oratoria, con inquietantes lapsos de memoria, Trump es un poderoso comunicador y un fogoso animal político, que se aferrará como sea al poder. ¿Cuándo se había visto a un presidente en ejercicio impugnando el sistema electoral de su país, denunciando “fraude demócrata” sin una sola prueba, advirtiendo que “esto no terminará bien”…? Signos de que presiente la derrota, pero no de que la aceptaría. Por algo ha advertido aquello de que “esto no terminará bien”.

¿Qué pasaría si Trump se empeña en torpedear una transición pacífica del poder? No creo en el autogolpe, ni en una gran ola de violencia, pero con un personaje tan imprevisible y volcánico, cualquier cosa es posible. Si los resultados no lo favorecen generará algún conflicto para deslegitimar la elección. En cualquier caso al otro día no habrá ganador definido y Estados Unidos puede entrar en un periodo de larga y explosiva incertidumbre. ->>Vea más...

FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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