Si todo va como planea su fabricante, la humanidad tendrá un avión comercial capaz de ir de Madrid a Los Ángeles en tres horas en vez de las 12 horas y 20 minutos habituales. Menos que ir de Madrid a San Sebastián, pero sin parar en el Landa a tomarse unos huevos con morcilla.
Lo acaba de anunciar Aerion, una compañía aeronáutica fundada en 2004 en Reno, Nevada. Hasta ahora, se habían limitado a desarrollar un avión privado supersónico de 10 pasajeros capaz de cruzar el Atlántico en tres horas sin generar el estallido supersónico (‘sonic boom’) que se escucha al superar la barrera de la velocidad del sonido. Este nuevo proyecto va mucho más allá.
El Aerion AS3 será el heredero legítimo del Concorde que surcó los cielos del planeta desde 1976 hasta 2003. Aunque solo podrá llevar la mitad de pasajeros, si tiene éxito superará con creces la velocidad del avión británico-francés, volando a algo más de cuatro veces la velocidad del sonido.
La flecha azul, roja y blanca 'solo' llegaba a Mach 2.04, pero, al parecer, en Aerion piensan que esos 2.180 kilómetros por hora a altitud de crucero no son suficientes y que habrá clientes con grandes cuentas corrientes que quieran viajar a casi 4.900 km/h sin despeinarse al final de esta década, que es cuando planean tenerlo en el aire.
Desarrollado en colaboración con la NASA
Según Aerion, el AS3 será uno de los productos de su acuerdo de colaboración con la NASA, que acaban de expandir en febrero de 2021. Aerion afirma que trabajan con el centro de investigación de Langley para desarrollar materiales y sistemas de gestión térmica para producir aviones que vayan del rango de Mach 2 a Mach 5.
Esto último es la clave de estos aviones supersónicos. Del Concorde al SR-71 Blackbird, pasando por el X-15 —que batió todos los récords a 7.270 km/h (Mach 6.7) sobre el desierto de Mojave—, todos los aviones supersónicos han tenido problemas con la gestión de la temperatura.
El SR-71, por ejemplo, tenía un fuselaje hecho en un 90% de una aleación de titanio para poder soportar la fricción de las moléculas de aire al volar a 3,529 km/h (Mach 3+). Como contaba Brian Shul, piloto del avión espía norteamericano, en su apasionante libro Sled Driver, “a Mach 3 el tamaño del avión se expandía muchas pulgadas por las altas temperaturas, que podían calentar el borde de ataque del ala a [590 grados centígrados]. Para prevenir las roturas, el fuselaje tenía juntas de expansión. Un material 'sellante' parecido al pegamento de goma cubría las junturas, pero cuando el avión volaba a velocidad subsónica, el combustible goteaba entre ellas”.
Esos problemas fueron producto de la época en la que fueron creados. En los años 60 y 70 — cuando se diseñó el SR-71 y el A-12 Oxcart, su antecesor ultra-secreto — la compañía Lockheed construyó estos increíbles aviones sin los materiales ni con las herramientas de computación, simulación y diseño con inteligencia artificial que tenemos ahora. Un logro que todavía hoy deja con la boca abierta a ingenieros y pilotos. ->>Vea más...