Por: Daniel Coronell - Conversaciones, hasta hoy inéditas, retratan el humor de Cadena, salpicado
con expresiones del bajo mundo; la forma de asegurarse lealtades, su
machismo y su costumbre de repartir “viáticos” para calmar gente.
Más que un abogado, propiamente dicho, Diego Cadena ha sido un patinador de
videos y cartas desde las cárceles. También un tramitador de entregas de
narcotraficantes a las agencias de Estados Unidos. Su vida ha estado más
dedicada a esa lucrativa intermediación que al ejercicio del derecho. Su
ignorancia en materia jurídica es evidente y quedó retratada en el
interrogatorio de la Fiscalía en el que no era siquiera capaz de entender
las preguntas que le formulaban o de responderlas como les convenía al
expresidente Álvaro Uribe y a él, en ese orden. La imagen de su apoderado,
Iván Cancino, salido de casillas ante la torpeza de Cadena, fue conocida por
el país a través de El Espectador.
Diego Cadena está hoy bajo detención domiciliaria por su presunta
participación en soborno de testigos y fraude procesal a favor de Uribe. Hay
pruebas suficientes de que le ofreció favores jurídicos al testigo Juan
Guillermo Monsalve y que le dio plata al testigo Carlos Enrique Vélez, pagos
que él explica como “viáticos” y “ayudas humanitarias”. Cadena se definió a
sí mismo como un abogánster en una conversación legalmente interceptada.
Otras conversaciones, hasta hoy inéditas, y que hacen parte de la
investigación de la Corte Suprema de Justicia por esos delitos, retratan
el sentido del humor de Cadena, salpicado con expresiones del bajo mundo;
la forma de asegurarse lealtades, su machismo y algo muy importante: la
costumbre suya y de su subalterno, el también imputado abogado Juan José
Salazar, de repartir “viáticos” para calmar gente.
Por favor oigan esta conversación con un interlocutor no identificado, con
el cual habla de un negocio de tierras que pasaba por la Superintendencia
de Notariado y Registro de la época y por la Gobernación del Valle,
ocupada en ese momento por Dilian Francisca Toro:
–¿A quién hay que prenderle el fósforo? Dígame, ¿a quién hay que prenderle
el fósforo? –así inicia Cadena la llamada.
–Hermano. Jajaja –responde un hombre al otro lado de la línea.
–¿Qué dice, mi doc? Oiga, ¿qué hay que hacer que no dé tanta cárcel?
–continúa Cadena.
–¿Ah? –pregunta el desconcertado interlocutor.
–¿Qué hay que hacer que no dé tanta cárcel? –reitera Cadena, despacio como
para que se entienda cada letra.
–Lo que da billete, da cana –contesta el otro ya entrando en confianza.
–¿Qué más mi doc? –pregunta Cadena.
–¿Te quedó bien el documento?
–Sí hermano, gracias a Dios. El lunes tengo reunión en la Superintendencia
y yo creo que eso se va ir como en viuda –asegura Cadena en aberrante
metáfora.
Otra conversación la sostiene con un coronel, miembro de la seguridad del
expresidente Álvaro Uribe, al que le pone a la orden su avión “con
champañita y todo”:
–Coronel, ¿qué más, mi coronel? ¿Cómo ha estado?
–Bien, gracias a Dios. ¿Cómo está usted, señor? –responde el oficial.
–Todo bien y mejorando, trabajando mucho me imagino –continúa Cadena.
–Sí señor, don Diego. ¿Cómo ha estado?
–Bien, coronel. Trabajando duro. Ahí las cosas nos han ido saliendo bien.
Gloria a Dios.
–Ah bueno, doctor Diego. Qué bueno, señor. ¿Cómo sigue su avión?
–Ahí lo tiene a la orden –responde Cadena– dígame cuándo y dónde se lo
parqueo con champañita y todo.
–Ah bueno, doctor Diego. Muchas gracias.
–Coronel y ¿quiere que le diga una cosa? –prosigue Cadena en tono de
confidencia– ¿sabe cuál es la ventaja?: que a la hembra que uno lleva a
ese avión se le llorosea esa breva, ahí mismo.
–Jajaja. Ay, doctor Diego, muchas gracias.
–Oiga, mi coro, una pregunta: ¿el jefe estará ocupadito? –pregunta
confianzudo Cadena para que lo conecten con Uribe.
–Ya se lo paso por acá. Espéreme un momentico.
FUENTE: Con información de Artículo de Opinión – Los Danieles