Por: Enrique Santos Calderón - La elección presidencial colombiana despierta un creciente interés –casi una curiosidad morbosa— en el exterior. No es difícil entender por qué.
El escenario es original, noticioso y algo insólito: un curtido líder de izquierda con pasado guerrillero que asusta al establecimiento enfrenta a un anciano ingeniero que sacudió al sistema político con su irreverente populismo. Uno es lógico y pétreo; el otro, contradictorio y jovial. Ambos cuestionan al régimen actual.
La prensa extranjera le ha sacado obvio jugo periodístico a semejante situación. Un ejemplo es la forma como The Washington Post, segundo diario estadounidense, arrancó un reciente artículo: “El procaz exalcalde era conocido por insultar a sus empleados, llamarlos gordos, perezosos y estúpidos. Fue suspendido por cachetear a un concejal, está sindicado de otorgar contratos ilegales y fue grabado diciendo que era seguidor del ´gran pensador alemán Adolfo Hitler` (…) Este hombre puede ser el próximo presidente de Colombia”.
El hecho de que cualquiera puede ganar –las encuestas señalan empate técnico— ha acentuado la expectativa y especulaciones internacionales. Mientras la BBC de Londres analiza en detalle la posibilidad de que Colombia elija por primera vez en su historia a un presidente de izquierda, The New York Times (que ha destacado a cuatro reporteros para cubrir estos comicios) habla de que el “Trump colombiano” puede ganar las presidenciales con su “verbo incendiario y discurso populista”, y diversos medios europeos tratan de descifrar la tormentosa personalidad del ingeniero que construyó su éxito político a través de redes sociales como TikTok.
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El hecho de hallarnos ante unas elecciones sin precedentes y una disyuntiva que puede ser histórica se ha prestado para que desenfrenados tuiteros de ambos espectros circulen por las redes toda índole de apocalípticas elucubraciones sobre el bando contrario. Desde burdos videos sobre el negro futuro que le espera al país si sube el terrorista Petro hasta extravagantes hipótesis con el peligro autoritario que encarna el fascista Hernández…
Todo vale —chuzadas, filtraciones acomodadas, insultos, falacias— en una envenenada rivalidad propagandística dañina para el país, por sus efectos desestabilizadores y por las heridas que abre y los odios que siembra. Tácticas de “guerra sucia” tan comunes en campañas electorales que —aquí y allá— acuden a cualquier expediente con tal de socavar al contrario. Gajes de la política y la condición humana…
Prueba máxima del grado de madurez y estabilidad de la democracia colombiana será la forma como el país asuma el resultado del próximo domingo. Lo único seguro es que será muy apretado y la reacción ante este inquietante escenario marcará quiénes somos como ciudadanos y si —gane quien gane—sabremos echar para adelante.
¿O seguiremos atrapados en conflictos del pasado? ¿Condenados a repetir crisis como la del 19 de abril de 1970? Dependerá en primera instancia de la actitud que los contendores asuman ante el desenlace y, por supuesto, de la transparencia misma del proceso electoral. Preocupa en este sentido que aún haya dudas sobre la rectitud de la Registraduría. Que en esta última semana los dos candidatos lograran un acuerdo sobre reglas del juego para la transición sería bienvenida muestra de sensatez. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles