Por: Daniel Coronell - Hace un tiempo, para definir a las Farc, el entonces presidente Álvaro Uribe
acuñó unas frases que parecen venirle como anillo al dedo a su actual
situación: “La culebra está viva, sabe engañar (…) se sabe replegar. Como la
culebra sabe fingir la muerte para después morder con más veneno”. Ahora la
culebra es él. Cuando muchos le cantaban los responsos ha vuelto a la vida
reptando sobre la cabeza de quien lo venció.
La invitación del presidente electo, Gustavo Petro, al triplemente derrotado
expresidente, estaba destinada a ser uno de los primeros pasos del llamado
acuerdo nacional. Sin embargo, Uribe, con asombrosa sagacidad, terminó
convirtiéndola en su resurrección política.
Todo favoreció al expresidente. Empezando por la fotografía de la reunión
que publicó Gustavo Petro en su cuenta de Twitter. La imagen muestra a un
Uribe preponderante, dominando la mesa, en un plano mucho más cercano que el
del presidente electo quien parece estar oyendo mientras le dan cartilla.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 29, 2022
Además, el país conoció los detalles de la reunión solamente por la versión de Uribe. En la sede de su partido, el Centro Democrático, teniendo como fondo el logotipo que evoca su omnipresente figura, rodeado de cámaras y micrófonos, como en sus mejores tiempos, hablando con los “los hijitos y las hijitas”, que es como llama al grupo de reporteros que transmiten su voz y que rara vez le hacen preguntas difíciles, el expresidente volvió a ser el eje de la política colombiana.
Sin ningún título que lo acreditara, Uribe aprovechó la ocasión para presentarse como el humilde vocero de los 10,6 millones de colombianos que votaron contra Petro, el personero de los abnegados militares y la respetuosa voz de los empresarios preocupados. Haciéndose el bueno logró revolver las cosas, a tal punto que para muchos él era el magnánimo por ir a la reunión y no Gustavo Petro, el ganador de las elecciones, por invitarlo.
En esa conferencia de prensa, por momentos sazonada con aplausos, salió del oprobio en el que sus acciones lo sumieron cuando –en contra de lo que había dicho– renunció cobardemente al Senado para escapar a la jurisdicción de la Corte Suprema de Justicia que lo procesaba por soborno de testigos y fraude procesal.
Su declive judicial corrió paralelo a su desprestigio político que llegó a su punto más crítico cuando el país pudo ver sus maniobras para librarse de la ley con el apoyo de un fiscal que debía investigarlo pero que, torciendo las normas, actuaba como su defensor.
En esa postración lo sorprendió la campaña electoral. Consciente del daño que le causaría su cercanía a cualquier candidato, decidió lanzar a Óscar Iván Zuluaga solo para quemarlo y crecer al ignorante Federico Gutiérrez que tanto le gustaba. Sin embargo, el país estaba tan harto de Uribe que muchos prefirieron votar por un patán como Rodolfo Hernández, solo para derrotarlo a él, a otros dos expresidentes y a la poderosa maquinaria de los partidos tradicionales asociada bajo el ignaro Fico. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles