PUEDE LEER TODAS LAS SEMANAS LOS EXCELENTES TRABAJOS PERIODÍSTICOS DE LOS DANIELES EN INFORME25.COM

lunes, 23 de enero de 2017

(España) Muere Bimba, la torera sin capote de la familia Dominguín Bosé

Bimba Bosé ha muerto esta madrugada a los 41 años de edad víctima de un cáncer de mama, después de luchar contra la enfermedad durante varios años. La modelo ha fallecido en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, tal y como confirma el propio centro hospitalario a este medio, después de estar ingresada en varias ocasiones en los últimos meses.

Cuando decidió contar que padecía cáncer de pecho, Bimba lo hizo de una manera natural, sin artificios ni dramas. No hubo lágrimas, ni reproches al destino preguntando "¿por qué yo?". Mejor dicho, sí se lo preguntó, pero con el idioma Bosé Dominguín o Dominguín Bosé, que el orden de los factores no altera el producto. Eleanora Salvatore, que ese era su verdadero nombre, no hizo un drama cuando le comunicaron la noticia. “Tienes un bulto y hay que analizarlo”, le dijeron. Al cabo de los días le dieron el resultado. “Aunque me lo esperaba fue un palo y tuve muy claro que no lo iba a esconder. Tenía dos posibilidades: salir adelante o salir adelante”, decía en aquellos momentos.

Y eso fue lo que hizo. Se puso en manos de los especialistas de la Seguridad Social, “que son magníficos y me cuidan como a una reina” y siguió con hoja de ruta. Al cabo del tiempo, cuando le extirparon el pecho, decidió dar un paso adelante y posó para una revista con la cicatriz de su mastectomía. Valiente, luchadora, tierna y con esa seguridad que le daba el pertenecer a un clan como el suyo, Bimba dio un ejemplo de cómo llevar públicamente una tragedia.

El mensaje que lanzaba era positivo y así siguió hasta el final. Quizá lo que peor llevaba era que en los photocalls le preguntaran por su salud. “¿No me estáis viendo? ¿Estoy bien o mal? Venga, que os repetís mucho”, decía y pasaba a otro tema, como contar lo que estaba haciendo en ese momento, que podía ser cualquier cosa: desde diseñar ropa, joyas, material de escritorio como su tía Paola, colaborar con su amigo y mentor David Delfín, fabricar un mueble, escribir historias con sus hijas Dora y June, desfilar….

Desfiló por primera vez con Lydia Delgado, cuando tenía 22 años, y a partir de ese momento dio el salto internacional y se instaló en Nueva York. Esa faceta no tuvo mucha repercusión en España, aunque formó parte del casting de grandes de la moda como John Galliano, Prada o Gaultier. Además la retrataron Mario Testino y Richard Avedon, entre otros. Con genes viajeros y nómadas, se cansó de estar de acá para allá y volvió a su entorno cotidiano.

Decía que nunca fue buena estudiante y que ahora formaría parte de las estadísticas de lo que se denomina fracaso escolar. “En cambio me he interesado por otras muchas cosas que me han hecho feliz”, decía. Comparaba su trayectoria vital con la de otras épocas históricas, como el Renacimiento, en la que los artistas lo eran en múltiples facetas: “Seguramente si me tuviera que reencarnar, sería en ese tiempo”.

En su última etapa cambió Madrid por el sur, “donde el clima es más suave y la calidad de vida también”. Se instaló en Sotogrande con su pareja, Charlie Centa, y sus niñas. Cuando tenía una propuesta laboral importante la aceptaba y volvía a la capital, donde se encontraba con sus amigos, su madre y parte de la familia, que “ciertamente no somos de reunirnos mucho”.

Conciliaba sus ciclos de quimio con su trabajo de DJ en locales de moda y fiestas de firmas importantes, que la tenían como icono. Además de hacerlo bien, era reclamo para los medios, porque siempre daba un titular relacionado con ella o con su peculiar familia. Incluso había veces que mezclaba la dulzura de su tía Paola con la ironía de su abuela Lucía y el humor, a veces poco entendible, del tío Miguel. Algunos periodistas de nueva hornada llamaban a esa característica familiar bordería. Esa cualidad, o defecto dependiendo de quien lo viviera, también lo practicaba “el torero”, que así se llamó siempre en el clan familiar al abuelo Luis Miguel Dominguín.

Bimba, apodo que procede de bambina y según parece se lo puso la abuela paterna, italiana como la materna, nació en Roma, donde vivió una parte de su infancia hasta la separación de sus padres, Lucía Dominguín y Alessandro Salvatore, quien falleció hace siete años y nunca quiso visibilidad pública. Su único hermano de padre y madre es Olfo, pero tiene otros tres hermanos de padre –Alessandro, Francesca y Alfonso– y otros dos de madre –Lucía y Jara–, que han permanecido en el anonimato.

Durante un tiempo Bimba y Olfo vivieron con el padre y desaparecieron del mapa, hasta que de nuevo regresaron a España con Lucía, que pasó unos años sin saber el paradero de sus hijos. En esta historia de recuperación familiar tuvo mucho que ver el tío Miguel, que ayudó a su hermana en la búsqueda de los sobrinos. Nunca se supo si formaba parte de la leyenda o fue realidad porque a Bimba solo le gustaba recordar las cosas buenas.

FUENTE: Paloma Barriento - http://www.vanitatis.elconfidencial.com

LEA...

 

LO + Leído...