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jueves, 26 de julio de 2012

Panamá, el país de las apariencias: Ricardo L. Shippritt Escala

¡Buenos días! ... ¡Buenos días!, fue la expresión repetida que utilicé para saludar a una joven dama, justo al subir a un elevador en un área exclusiva de la ciudad de Panamá. Su silencio fue una clara respuesta que indica falta de educación y valores que, tal vez, no le enseñaron en casa o, quizás, olvido por completo en ese momento.
A primera vista, da la impresión de ser una persona con un grado de educación superior, con una licenciatura, incluso, podría apostar que con una maestría. Vestía de forma impecable, digna de toda una profesional, sin embargo, esa actitud de “ignorar” o, sencillamente, “no responder” a un simple saludo disminuyó las bondades de aquella joven.

Cuando he viajado a otros países, por ejemplo a Costa Rica, saludar, pedir permiso, formar una fila para subir a un bus, tratar de “usted” a una persona mayor y dar las gracias son acciones comunes y naturales, sin que importe el estatus social del individuo que las utiliza. Allá se vive un ambiente de cultura y de valores, cualidades importantes y necesarias para que toda sociedad avance.

En cambio, en mi Panamá (¡que tanto quiero!) las personas aparentan lo que no son y lo que no tienen. Esto es porque requieren que la sociedad los acepte; así es, son personas falsas y materialistas. ¿De qué nos vale vivir en un país que tiene un sorprendente crecimiento económico (envidiado por otros países de la región) y con grandes obras de infraestructura, si no tenemos educación ni cultura y no practicamos los valores ni la puntualidad. Estamos acostumbrados a llegar tarde a todo y eso nos deja mal, nos convierte en irresponsables. Tampoco somos capaces de decir: buenos días, buenas tardes, permiso, por favor y gracias, son palabras que no nos quitan ni cinco segundos, pero que al pronunciarlas ganamos mucho.

El panameño se endeuda para viajar y conocer otros países, pero pocos piensan en hacer turismo interno (excepto para el Carnaval, Semana Santa y las fiesta patrias). Muchos aparentamos tener un estilo de vida “acomodado”, pero estamos endeudados con las instituciones financieras y no cubrimos lo que en realidad importa: nuestras necesidades básicas. No falta quien denigre a las personas oriundas del interior de la República o a las que no visten ropas elegantes, es decir, solo nos fijamos en el aspecto material, no en la forma de ser de esa persona. La humildad, la sencillez y la honradez son valores que se han perdido en nuestra sociedad con el pasar el tiempo, pero aún estamos a tiempo de recuperarlos.

Panamá es un crisol de razas; son muchas las culturas que conviven en nuestro país, aprendamos lo bueno de ellos y evitemos cometer los mismos errores que nos caracterizan. Cuando un individuo puede hacer la diferencia, Panamá avanza y progresa.

FUENTE: Ricardo L. Shippritt Escala - http://www.prensa.com

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