Ella, citada por ese mismo medio, agrega que el síndrome que lleva el nombre del médico francés Georges Gilles de la Tourette, puede generar otros trastornos como el obsesivo compulsivo, déficit de atención o hiperactividad, entre otros que incluso pueden afectar el ánimo.
Un tipo de enfermedad así, que además, dice Hewko a ese diario, pueden llegar a causar fracturas vertebrales por la fuerza de los tics, haría que cualquier jugador de fútbol tuviera que dejar su carrera, y más un portero que tiene que controlar todo su cuerpo para salir a achicar en el momento preciso o estirar su cuerpo a tiempo para evitar que el balón entre en la portería. Sin embargo, para Howard no es un problema.
Hewko explica a BBC Mundo que la enfermedad no se puede curar, pero que sí se puede tratar, como lo hace Howard con el fútbol.
El futbolista le confesó a The Washington Post que antes y durante los partidos siente muchos nervios, por lo que sus espasmos involuntarios aumentan, entre otros síntomas. Pero, cuando siente que su portería está en peligro, que los delanteros se acercan a su área y la cosa se pone complicada, en vez de que su cuerpo entre en un descontrol total por el nerviosismo, logra concentrarse tanto en el balón y el juego que su cuerpo le responde, sus músculos se calman y logra atajar pelotas, ganándole la batalla a Tourette.
Georgina Jackson, profesora de neuropsicología cognitiva de la Universidad de Nottingham le dijo a BBC Mundo que algunos estudios han demostrado que muchos de los que padecen el síndrome de la Tourette son muy buenos para controlar sus movimientos voluntarios porque durante toda su vida intentan manejar sus tics, por lo que aprenden a ser conscientes de las acciones de su cuerpo, sobre todo cuando están realizando labores que requieren de mucha concentración y de una gran motricidad, como tocar un instrumento, bailar o hacer deporte.
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