Al buscar información de Opole en internet, uno se topa con una bandera amarilla y azul, un escudo que tiene la mitad de una cruz y la otra mitad de un águila, y mas abajo, en personajes ilustres nacidos en este lugar al sur de Polonia el cual posee un 10% de población alemana, aparece un nombre solitario, Miroslav Klose.
Y si de raíces se trata, aun cuando haga vida en Roma donde juega para la Lazio, hoy está casado con una polaca, Sylvia, a la que conoció en una tienda del Kaiserslautern FC, con la que se casó en el 2003, y con ella tiene unos gemelos, Luan y Noah.
No es mucho lo que se conoce de la vida privada de quien acaba de convertirse en el mayor artillero de las Copas del Mundo desde 1930, solo después de mucho hurgar, se puede armar un rompecabezas de la vida de un jugador que prefiere mantenerse lejos de los lentes y los micrófonos, así es como uno se entera que a los ocho años después de pasar por Francia, donde su padre jugó para el Auxerre, y huyendo de la Polonia comunista, Miroslav llegó a Kusel (Alemania occidental) acompañado justamente por sus padres y única hermana.
Ha declarado que llegó a hablar un francés muy fluido, pero que lo olvidó rápidamente, tal vez se deba a que los recuerdos que tiene del país de la marsellesa no son los mejores, pues ahí debió separarse de su madre y su hermana ya que para aquél entonces su progenitora aún era miembro del equipo nacional de balonmano de su natal Polonia.
‘Miro’ también recuerda el día en que aguardaba en la frontera franco-alemana para pasar al que sería su nuevo país “sentía que algo me esperaba”, pero el comienzo no sería fácil ni para él ni para su familia. Su padre Josef, debió guardar los tacos y empezar a trabajar como tornero, su madre Bárbara, debió trabajar limpiando, había que buscarse la vida.
El comienzo para Klose en el colegio tampoco fue alentador, le atrasaron dos años, del cuarto al segundo grado por no saber hablar alemán, y recuerda que en su primer dictado solo entendió par de cosas, sí y gracias, dos palabras necesarias en el buen trato con los otros.
Como parte de un programa de integración, en el que no necesitara de las palabras para comunicarse, Miroslav entró finalmente a jugar fútbol, lo hizo en el SG Blaubach-Diedelkopf desde 1987 hasta 1998, de ahí en adelante no se separó nunca más de las canchas, aun cuando por petición de sus padres hizo una carrera técnica y él escogió la de carpintero, otra muestra de su carácter paciente.
Lo que más le llamó la atención en su llegada a Alemania al espigado niño, hoy con 1.82 metros, fueron los carros de ese país, su familia tenía un Fiat, el cual usaban los fines de semana para pasear por lo concesionarios.
Pero además de una niñez humilde, Klose es reconocido por una cualidad, su capacidad para poner en práctica el juego limpio, tal vez “el rey del fair play” sería un buen apodo para quien también es llamado “Salta Klose” por su manera de celebrar algunos goles con un salto mortal.
“En casa mi hijo trató de imitarme será mejor dejar esa celebración” declaró una vez, pero hay quienes comentan que también su edad y la posibilidad de lesionarse colabora para que evite el malabaresco salto, que igual hizo el día que marcó los quince goles en el mundial.
Lo cierto es que el dato que más resalta en el currículo de éste europeo , además de 16 tantos en un mundial, 71 con la selección alemana y 136 participaciones internacionales, es su estatus de futbolista que practica el juego limpio en su máxima expresión.
La primera vez que lo hizo no causó tanto ruido como la segunda, para aquél entonces jugaba en el Werder Bremen en la temporada 2004-2005, el árbitro señaló penal a su favor y él fue a aclararle que no había sido tal, sin embargo el colegiado no prestó atención a sus palabras y le pidió cobrar desde los once pasos, él se limitó a errar el gol, tirar la pelota fuera de los tres palos, el gesto, casi de santo, le valió el premio al Fair play en la bundesliga.
Pero, cualquier incrédulo podría decir que lo hizo porque ya tenía más de cuarenta tantos con el equipo y nada que perder. Sin embargo, en septiembre de 2012, militando en Lazio, primer y único club en el que ha jugado fuera de Alemania, el árbitro concedió un gol a Klose para ponerlo arriba en el marcador ante el Nápoles. Otra vez éste rechazó la oferta arbitral, indicando que lo había hecho con la mano (paradójico tomando en cuenta que jugaba contra el equipo de Maradona). El árbitro rectificó y el partido siguió 0-0. Ese día marcó hat- trick el uruguayo Edinson Cavani y el juego lo perdió el del artillero alemán 3-0, aún sin marcar, Klose volvía a brillar.
“Para mí es la cosa mas normal del mundo decírselo después al árbitro”, declaró en la página de internet de la Federación Alemana de Fútbol.
En una Serie A sacudida por manipulación de resultados y escándalos de apuestas, Klose resultó por esos días resaltado por su deportividad,. “Bravo Klose, qué gesto más hermoso”, tituló un día después del partido “La Gazzetta dello Sport”, agregando “Klose es una anomalía en un fútbol enfermo”.
Tiene un perro doberman, practica el tenis y la pesca, sus dos hijos juegan en las inferiores de la Lazio, habla polaco en casa, celebró su cumpleaños 36 durante el mundial, no tiene redes sociales aún cuando hay en Instagram una cuenta con su nombre y más de 15 mil seguidores. Es el que más veces vistió la camisa del águila y el que más veces marcó goles con ella. A veces, después de un gol, muestra el número tres en honor a su familia. Marcó en las últimas cuatro copas del mundo, fue el alemán de año y bota de oro del mundial en el 2006, visitó al papa Benedicto y una vez dijo que “No es una vergüenza caer, pero sí lo es no volver a levantarte”.
En los amistosos previos a la Copa del Mundo del 2002, cuando recién comenzaba su carrera internacional, Klose marcó su primer hat-trick con la camiseta alemana en un partido que justamente le ganaron 7-1 a Israel. Para aquél entonces, el DT Rudi Völler dijo: “Él tiene un futuro brillante, tiene todos los atributos necesarios para ser un goleador de primera clase, pero pienso que es muy amable en el campo, puede convertirse en un gran jugador si resuelve este problema”.
Völler acertó su predicción a medias, pues ahora Klose no es sólo el mejor de los atacantes de la historia de los mundiales y el de Alemania, sino que su grandeza es mayor, justamente por su “amabilidad excesiva”.
FUENTE: Carolina De Las Salas - http://panorama.com.ve |