
Hago toda esta introducción ya que si hace unas semanas hablábamos de los emprendimientos solidarios que nacen en medio de la búsqueda de aquello que nos llena y complementa más allá de las retribuciones monetarias, hoy puedo afirmar que el emprendimiento no solo tiene que vendernos algo. El emprendimiento también puede sentirse, puede deleitarnos y generar un efecto que contagie e inyecte una dosis de sueños, motivación, voluntad y éxito en tan solo 105 minutos… mediante algo tan subjetivo, intangible y efímero como un música y, lo que es más asombroso, a través de una sola voz.
“Piaf, voz y delirio”, se puede describir en tres palabras: talento, trabajo y compromiso. Tres características que se entrelazan y se acicalan con la esencia venezolana, sin dejar de comunicarse de forma universal, pero que te invita a decir orgullosamente “todo esto es: Hecho en Venezuela”, y créanme pronunciar esa frase es oxígeno cuando la distancia hace mella.
“Piaf, voz y delirio” se puede describir en tres palabras: talento, trabajo y compromiso. Tres características que se entrelazan y se acicalan con la esencia venezolana, sin dejar de comunicarse de forma universal, pero que te invita a decir orgullosamente “Todo esto es: hecho en Venezuela”. Y créanme, pronunciar esa frase es oxígeno cuando la distancia hace mella. Sentir satisfacción al ver en el metro de Madrid la publicidad del musical y saber que todo ese talento pertenece a tu país es, sin duda, emocionante. (PULSE AQUÍ PARA VER MÁS)
FUENTE: Artículo de Opinión - Mariel Sofía Rodríguez - https://elpitazo.com - (PULSE AQUÍ)