La explicación oficial había sido medioambiental: "Se necesita una cantidad muy elevada de combustible, lo que conlleva un aumento considerable de contaminación sobrepasando el nivel permitido", han relatado fuentes oficiales al diario valenciano. La primera de las muchas preguntas que vienen a la cabeza es si esto tiene sentido, y la respuesta al parecer es no, porque las autoridades valencianas ya han reculado y anunciado que seguirán permitiéndolo.
Hay muchos otros aspectos que la nueva ley no contempla y que sí suponen un riesgo medioambiental, pero, primero... tratemos de llegar hasta el fondo del asunto de por qué ha aparecido esa referencia a la gente demasiado gorda en el reglamento.
¿Cuántos son cremados cada año en Valencia?
España sigue la tendencia de otros países y cada vez más gente opta por la cremación de sus seres queridos en lugar de la inhumación. Por dos motivos principalmente: los cementerios están llenos e incinerar es mucho más económico que enterrar.
En 2017, un 38,7% de los fallecidos en España fueron incinerados. En su 'Radiografía del sector funerario 2018', la Asociación Nacional de Servicios Funerarios augura que en los próximos años rebasaremos la barrera del 50% de cremados frente a enterrados, algo que en Estados Unidos sucedió el año pasado. "En los últimos años, algunas capitales de provincia han superado el 70% de incineraciones", detalla el informe.
Según la definición clásica de obeso mórbido (alguien con un índice de masa corporal superior a 40), un español de altura promedio (174 centímetros) se empezaría a considerar así cuando superara los 122 kilos. Una española promedio (163 centímetros) sería obesa mórbida a partir de los 107 kilos. ¿Hay mucha gente así en España? Según la Sociedad Española de la Obesidad, entre el 1 y el 3%.
Si en la Comunidad Valenciana murieron el año pasado 44.787 personas, a falta de una mayor desagregación de datos por parte de los funerarios, aplicamos la tasa nacional de cremación y nos sale que unos 17.332 valencianos, alicantinos o castelloneses fueron incinerados en 2017. De estos, entre 173 y 519 serían obesos mórbidos. Habitualmente, se crema más en la ciudad que en el campo.
Por ponerlo claro: cada día en esta región se incinera a 47 personas y una de ellas es obesa mórbida. ¿Supone esta única persona una diferencia notable en cuanto a contaminación?
El coste energético de una incineración
Básicamente, el horno crematorio se calienta hasta los 900ºC con el objetivo de que toda el agua que compone el cuerpo humano (65% al menos) se convierta en vapor y el cuerpo pueda, efectivamente, entrar en combustión. Para llegar a este punto con un cuerpo de 68 kilos hacen falta 100 megajulios de energía termal; dicho de otra manera, 32 metros cúbicos de gas natural (que es lo que suele usarse en España) o tres litros de fueloil.
¿Y para un cuerpo de más de 100 kilos? En realidad, al horno le da exactamente lo mismo. El gasto en energía no es superior, dado que la grasa... arde. En Estados Unidos, los profesionales de la cremación, muy acostumbrados a incinerar obesos mórbidos, tienen una regla: "100 libras de grasa humana arden como 17 galones de keroseno". En el sistema métrico decimal, serían 45 kilos de grasa y 64 litros de combustible.
Por ello, incinerar a un obeso conlleva el peligro de que la cámara acumule demasiado gas o haga subir demasiado la temperatura y provoque un incendio, como ya ha ocurrido muchas veces. Así, la cremación de este tipo de cuerpos debe hacerse con cautela, suele llevar más tiempo y se suele recomendar que sea la primera de la lista cada día, cuando el horno no está aún demasiado caliente, o al menos hayan pasado 12 horas desde la última. Si alguna vez se ven en la tesitura de tener que incinerar a un obeso mórbido, aquí hay unas recomendaciones de seguridad que pueden seguir.
En resumen, la mayor parte de las emisiones producidas se deben al funcionamiento del propio horno crematorio, pero el volumen del cuerpo importa. En Reino Unido, la mayor parte de los crematorios se han visto forzados a aumentar el tamaño de los hornos para poder acoger los féretros XXL de este tipo de personas.
Del mismo modo se expresaba la 'conselleria' en su comunicado de rectificación: "Si bien es cierto que la cremación de personas con obesidad mórbida puede generar
problemas técnicos y requerir necesidades especiales en el proceso (relacionadas con el volumen de las instalaciones y los sistemas de evacuación de las emisiones), estas circunstancias no atañen a las condiciones sanitarias exigibles a las instalaciones ni suponen un riesgo diferenciado para la salud pública en los términos que trata la orden".
Era el dinero, no el medio ambiente.
¿Cuánto contamina realmente la cremación?
Las emisiones de los hornos crematorios e incineradoras están reguladas desde hace años por una directiva marco de la Unión Europea. En general, suele emitir los mismos gases que un tubo de escape (CO2, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno y monóxido de carbono) aunque en una proporción mucho menor, según explicó a Europa Press el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) José Luis García Fierro.
Según los expertos, cada cremación libera, de media, 400 kilos de CO2 a la atmósfera. Pero no es este el principal problema, sino las toxinas que también emite. Principalmente los vapores de mercurio, que se producen a causa de la amalgama que compone los empastes dentales.
En 2015, la ONG European Environmental Bureau se manifestó en Bruselas a causa de las emisiones de mercurio, que han ido a más a causa de la creciente popularidad de la incineración como punto y final de este valle de lágrimas. Investigadores estadounidenses han demostrado que cada incineración libera al aire entre dos y cuatro gramos de mercurio, un metal asociado a problemas mentales y que suele acabar en la cadena alimentaria a través del pescado. Cada año nacen en la UE unos 200.000 niños con niveles demadiado altos de mercurio.
Un estudio de 2009 realizado en crematorios catalanes apuntaba las emisiones de compuestos más nocivas para la salud: además del mercurio, los benzofuranos y benzodioxinas o PCDD/F. "Los resultados muestran que, en comparación con las emisiones de PCFF/F de otras fuentes, aquellas que corresponden a crematorios son significativamente menores, pero las del mercurio no deben ser infravaloradas".
Sin embargo, y aunque la nueva regulación de hornos crematorios de Valencia reconoce el peligro del mercurio, la discriminación de este metal pesado no está entre las medidas a tomar.
En algunas culturas, llevar un cadáver al dentista no está bien visto salvo que sea para extraer el diente de oro.
FUENTE: Con información de ANTONIO VILLARREAL- https://www.elconfidencial.com