Hace menos de una semana, el Congreso se dio un baño de complacencia. En los actos del aniversario de la Constitución, la presidenta de la Cámara, Ana Pastor, pintó un panorama de 40 años de éxito. Solo seis días después, el ambiente era muy distinto. Un pleno monográfico sobre Cataluña y el Brexit llevó al hemiciclo la delicada realidad de España: una crisis continua y sin precedentes en Cataluña, un Gobierno sin apenas apoyos en la Cámara y con dudas sobre qué dirección tomar.
Sánchez fue el de antes de llegar al Gobierno, crítico con el independentismo, aunque no tanto como para romper del todo ni para avanzar un 155 que llevaba dos días sobrevolando la política española después de que Torra apelara a la vía eslovena y dejara a los CDR cortar la AP-7 durante 15 horas. Desde el primer minuto cantó los riesgos y paralelismos del Brexit y del independentismo catalán, dos puntos del pleno monográfico. Otro, el del relevo del abogado del Estado en el 'procés', fue omitido abiertamente por Sánchez, que apenas le dedicó una mención.
En ese 'Catalexit' hay, según Sánchez, muchas cosas en común. "El Brexit y el movimiento independentista catalán caminan por vías paralelas. En ambos casos se construye un relato de agravios inventados, se obliga a elegir a la población entre identidades, en ambos casos se responsabiliza a un tercero mientras se recorta, se demoniza al que discrepa y se obliga a elegir". "Los mismos que jalearon los recortes con políticas conservadoras, culpan ahora a un tercero de los males. Lo hemos visto con el Brexit en el Reino Unido, pero también lo hemos visto aquí con Cataluña".
Sánchez no mencionó el 155 y sí anunció una respuesta proporcionada y que no tolerará la dejación de funciones. La respuesta conciliadora de los consejeros catalanes a las cartas de los ministros alejó la posibilidad de intervención. Habló de autonomía y autogobierno y de diálogo dentro de la normalidad, pero sin ningún margen hacia el independentismo: "Nada mejor que un referéndum para partir en dos la sociedad".
En un momento dado, en alusión a Ciudadanos y a su posible pacto con Vox, Sánchez criticó que "hay quienes ensanchan los límites ideológicos en función del contexto y la negociación". Lo hizo pese a que la hemeroteca es su peor enemigo. Si el nuevo plan de Moncloa es reconquistar el centro, lo que pasa por retratar a PP y Ciudadanos junto a Vox y cosechar también las críticas del independentismo, lo consiguió.
Porque el discurso de Sánchez le dejó prácticamente solo y auguró un final de legislatura más precario todavía para su Gobierno. El líder del PP, Pablo Casado, le dio una réplica muy dura. En una intervención sin papeles y muy aplaudida por los suyos, pintó un panorama negro en Cataluña y pidió ya un 155 largo y completo. "¿Le parece poco que tiren estiércol en los juzgados, que a cargos del PP les pinten su casa de amarillo como hacían los nazis en los años treinta? ¿Le parece poco que Lladoners se convierta en la catedral de los presos golpistas?". "Su socio Torra quería balcanizar España, y lo ha venido escribiendo en sus escritos xenófobos y lo único que ha conseguido es ulsterizar Cataluña”.
Para Casado, la legislatura está ya en los minutos de la basura: "Decía Franklin que un saco vacío no se puede mantener en pie. Usted tiene el oropel de la presidencia del Gobierno, pero la ha vaciado de contenido. Lo ha despojado de todo contenido y ese saco no se va a sostener en pie. Su tiempo ha acabado. Su aventura ha acabado". Para él, Sánchez tuvo una intervención "meliflua y desasosegante para los que defienden la Constitución". "Tenga dignidad, váyase ya".
Albert Rivera fue en la misma línea de pedir ya el 155 y atacar los vaivenes de Sánchez. "Usted aterrizará en Cataluña y saldrá de Cataluña. Pero los catalanes soportamos cada día a sus socios. A un señor que a usted y a mí nos llama bestias taradas. Hay una diferencia, que a usted no le importa y a mí sí. Usted lo llamó el Le Pen español, tenía razón entonces, no sé si era Pedro Sánchez o el presidente del Gobierno", afirmó un Rivera que no pareció competir en el tono duro de Casado aunque sí en el fondo.
Rivera lanzó un guiño a los votantes socialistas, aprovechando el mal resultado andaluz y que en esas autonómicas ha habido trasvase de votos del PSOE a Ciudadanos. "Usted ha roto todos los puentes, los ha quemado, ha renegado de la tradición constitucionalista. Sus votantes no tanto, pero usted y la dirección de su partido, sí. Escuche un poco a la gente de su partido". Y emulando a Forcadell, terminó: "Presidente, ponga las urnas".
Sánchez contestó a Rivera dejando claro que su intención es volver al centro y presentar a Ciudadanos como socio de la extrema derecha de Vox, un partido extraparlamentario pero ya muy presente en la Cámara. "Habrá elecciones. Y el PSOE apelará a una España sensata, moderada y europea. Después de su pacto con la derecha, usted solo podrá apelar a la España caduca". Sánchez pidió en varias ocasiones que Cataluña vuelva a la transversalidad, lo que sonó a una apelación a ERC para salirse hacia un tripartito sin Torra, la CUP ni Puidemont.
El discurso más sentido, profundo y con intención de trascender fue el de Joan Tardà. El portavoz de ERC, probablemente el más realista de los independentistas, el que lleva meses admitiendo que no hay mayoría independentista en Cataluña, comenzó diagnosticando lo que implicaba el discurso de Sánchez. "Quizás hoy ya ha empezado la campaña electoral, pero ERC no va a perder los nervios".
Tardà insistió en que el juicio del 'procés' "será un nuevo desastre nacional, como el de Cuba, como el de Annual", en alusión a la derrota militar española en Marruecos en 1921. El portavoz de ERC recordó su apoyo a la moción de censura "por coherencia republicana": "Les hemos apoyado en todas las medidas sociales. Por cierto, no muchas y no muy revolucionarias".
Fue llamativo que Tardà en ningún momento mencionó a Torra —el presidente catalán está cada vez más solo— ni la vía eslovena que reivindicó. Pero sí dejó un mensaje de calado, que el referéndum es inevitable. "No se puede excluir al 50% de los catalanes que son independentistas, como no se puede excluir al otro 50%. Un referéndum no fractura, empodera. Asumamos que es inevitable". Y advirtió: "Por desgracia, por desgracia, por desgracia, lo repetiría más veces, nos van a abocar de nuevo a la desobediencia". Cerró su primera intervención con lo que pareció una llamada de auxilio: "Le hemos tendido la mano y la mantenemos tendida a pesar de lo que nos ha dicho hoy aquí. Pero tiene que elegir entre ser un estadista o dejarse arrastrar por la derecha. Estamos a tiempo".
Carles Campuzano, portavoz del PDeCAT, tampoco defendió abiertamente a Torra o la vía eslovena, aunque sí criticó a Sánchez por abrazar el discurso de la derecha. Campuzano echó sal en la herida socialista al afirmar que el discurso de Sánchez "podría haber sido el de Susana Díaz" y que eso había sido "el primer triunfo de Vox". Fue la primera mención directa al partido de Santiago Abascal, que sin embargo sí impregnó buena parte de las réplicas porque Sánchez preguntó a Casado si va a apoyar los planteamientos de este partido en temas como el aborto.
Pablo Iglesias fue el más comedido en un debate que a ratos fue trascendente y a ratos duro. Reconoció a Pablo Casado su calidad parlamentaria y su debate sin papeles y pidió moderación a todos. "Hemos escuchado decir al 'president' Torra algo que no piensa ningún independentista. Se le calentó la boca. Se está imponiendo el estilo de Twitter de política", exclamó mientras recordaba el tuit de las 155 monedas de plata y Rufián negaba.
Que los Presupuestos salgan adelante ya cotiza carísimo en las casas de apuestas. Aitor Esteban, portavoz del PNV, dejó claro que su grupo no va a negociar unas cuentas que tienen pocas posibilidades de salir. Pero Sánchez insistió en que los va a presentar al Congreso y no hubo ni un atisbo de adelanto electoral. La campaña será larga.
FUENTE: Con información de RAFAEL MÉNDEZ - https://www.elconfidencial.com