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viernes, 23 de agosto de 2019

La conquista española del Oeste de los actuales EE.UU. durante la Guerra de Independencia

Ya en el siglo XVIII la incipiente teoría económica decía que la ley de la oferta y la demanda, sobre la que se sustenta la economía de mercado, tiene un principio básico tal que es que, si un bien escasea y hay mucha demanda, los precios suben. Pero claro, ese bien puede tener muchos nombres y el precio puede ser pagado en ríos de sangre. Los actuales EEUU eran un inmenso territorio poblado por infinitas tribus amerindias caso todas panteístas o animistas o ambas cosas a la vez. No intuían ni remotamente la que se les venía encima.

¿Pero qué pasa si la teta es muy grande? Pues que se forman unas colas tremendas. Eso y no otra cosa, fue lo que pasó con el continente americano tras el descubrimiento por Colón del mismo.

Hay que rendir memoria a gentes de un valor inusual como Cabeza de Vaca, que exploró la costa sur de Norteamérica desde Florida hasta California, Juan de Oñate, otro ilustre vasco que se hizo con Nuevo México y Texas sin confrontaciones destacables y con mucha mano izquierda, Pedro de Alvarado, el conquistador de casi toda América central, y un innumerable etcétera como el enorme Pizarro o Cortés. Etcétera realmente mareante y que daría para un artículo exclusivo sobre este tema. Después del Tratado de Paris en 1763 tras la Guerra de los Siete años el apogeo del imperio español era un mosaico de arterias comerciales incontestables. Pero el territorio a controlar era tan inmenso, tan colosal que por momentos se conjugaban el esplendor y la decadencia a la par.

Durante la Guerra de la Independencia Americana, España llegó a tener más de 20.000 efectivos en el flanco sur de los actuales EEUU luchando contra Inglaterra y apoyando al general George Washington. Bernardo de Gálvez fulminó con su espada flamígera a los británicos que en el momento álgido de la guerra tenían del orden de cien bajas diarias de media, que se dice pronto. Gálvez en la famosa batalla de Pensacola les aplicaría una durísima y severa derrota que los dejaría cavilando para los restos. ->>Vea más...

FUENTE: Con información de ÁLVARO VAN DEN BRULE - El Confidencial

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