Pedro Sánchez ha irritado a los fiscales y ha provocado incluso un inusual comunicado contra él de la asociación mayoritaria al dar por hecho —en RNE— que la Fiscalía depende del Poder Ejecutivo y que por tanto todo lo que haga para traer a España a Carles Puigdemont es algo que hay que atribuir al Gobierno. La polémica ha crecido tanto que primero la vicepresidenta, Carmen Calvo, y después el propio presidente han tenido que salir a matizar sus palabras. “Trabajaremos para que el sistema judicial español pueda juzgar a Puigdemont. La Fiscalía cuenta con el respaldo del Gobierno en defensa de la ley y el interés general”, escribió Sánchez para buscar un punto de equilibrio entre su nuevo discurso duro sobre Cataluña —en el debate llegó a decir que Puigdemont “se le fugó” a un Gobierno del PP y él lo traerá de vuelta a España— y el respeto a la autonomía del Poder Judicial.
Aparte del evidente error de Sánchez en la recta final de una campaña donde todo sigue abierto, lo que ha roto los esquemas de todos es el imparable ascenso de Vox. En julio, cuando se empezó a pensar en serio en la repetición electoral tras el fracaso de las negociaciones entre el PSOE y Unidas Podemos, ninguna encuesta avanzaba una subida del partido de Santiago Abascal. Al contrario, después de las elecciones europeas, autonómicas y municipales, donde frenó su crecimiento, se daba por hecho que el PP lograría reabsorber una buena parte de este voto que en su mayoría venía de personas que antes respaldaron a la formación de Pablo Casado. Sin embargo, la crisis catalana parece haber dado alas a la extrema derecha, que podría convertirse en el tercer partido, y eso ha descolocado por completo los planes de campaña de casi todos. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de CARLOS E. CUÉ - El País