Después de casi una década de estudios, los investigadores Lorenzo Zacarías y María Jesús Rodrigo, del IATA-CSIC, han puesto el foco de sus investigaciones en la betacriptoxantina, un carotenoide que actúa de pigmento natural en frutas como el caqui, el níspero y pimiento rojo, también en frutos tropicales como la papaya y, por supuesto, en la fruta por excelencia de nuestra área mediterránea, la naranja y, sobre todo, la mandarina. “Entre los compuestos que hemos estudiado se encuentran los carotenoides, que son un gran núcleo de moléculas, de pigmentos que dan el color a los frutos. Existen dos grandes grupos de pigmentos: los carotenoides, que dan los tonos amarillos, naranjas, rojos, como la calabaza, el tomate, los cítricos, melocotón, níspero, pomelo; y otro gran grupo que da los tonos violetas o rojizos relacionados con todos los frutos del bosque: la manzana, la uva. Estos pigmentos no solo dan color a estos alimentos, sino que aportan propiedades beneficiosas para la nutrición y para la salud. Entre ellas, el ser provitamina A y poseer propiedades antioxidantes”, explica el investigador Lorenzo Zacarías.
Para llevar a cabo sus investigaciones han trabajado conjuntamente con la empresa Biopolis, ubicada también en el Parc Científic. Lorenzo Zacarías señala que, para poder validar la funcionalidad de esta fruta, la compañía les ha suministrado el nematodo Caernorhabditis elegans, “un modelo animal que comparte con los humanos un alto porcentaje de genes, a través del cual hemos podido confirmar que la betacriptoxantina y sus carotenoides son; primero, un gran antioxidante, previene todos los efectos antioxidantes que producen en el gusano, y segundo, el gusano acumula menos grasa corporal”.
El valor de este estudio, publicado en la revista 'Nutrients', radica en primer lugar en que, dentro de la escasa cantidad de frutas que contiene este carotenoide, “la mayoría se cultivan en el área mediterránea, y entre ellas, el alimento estrella es la mandarina. De hecho, el color tan llamativo de su pulpa es debido a la betacriptoxantina”, destaca Lorenzo Zacarías. Además, continúa este investigador, “estudios realizados en la población europea demuestran que existe un claro aumento de este carotenoide en el plasma sanguíneo coincidiendo con las estaciones de otoño e invierno, precisamente la temporada de consumo de mandarinas”. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de Ana Camarero - El Confidencial