Jaime Sánchez-Rubio nunca pretendió dedicar su vida a combatir este oscurantismo. Para muchas personas con depresión que en ocasiones han barajado la posibilidad de quitarse de en medio, no es quizá el héroe que merecían pero ha resultado ser el que necesitaban.
En 2017, este ingeniero castellonense de 40 años vivía y trabajaba en Alemania. Ya hacía tiempo que tomaba antidepresivos aunque, como suele ocurrir con quienes padecen alguna patología mental, esto no es algo que trascendiera fácilmente más allá de su entorno más íntimo. Para quienes por ejemplo le seguían en Twitter era difícil de intuir, a juzgar por los chistes, ocurrencias y demás diversiones que posteaba habitualmente.
Su vida real era muy diferente. En Alemania, Sánchez-Rubio se encontró con circunstancias laborales bastante adversas —acabó sufriendo ‘mobbing’ en la empresa para la que trabajaba— y unos meses después acabó dando con sus huesos de nuevo en Castellón. Durante todos esos meses en los que tocó fondo, la idea del suicidio (que nunca llegó a intentar) se le pasó a menudo por la cabeza. Se planteaba cómo lo haría.
"Hay quien cuando está deprimido o tiene ideaciones suicidas intenta mirar para otro lado porque le aterra", explica Sánchez-Rubio, que optó por tomar un camino radicalmente opuesto. "Mi reacción fue la contraria: intentar indagar y entender lo mejor que pueda lo que me estaba pasando". Intentó ver todas las películas y documentales que pudo sobre el tema: gente deprimida y cómo habían intentado (o logrado) suicidarse. Se leyó 'El demonio de la depresión' de Andrew Solomon, que contiene un capítulo dedicado al suicidio. "Había leído ya 'El hombre en busca de sentido' de Viktor Frankl y me leí en inglés 'Night falls fast', de Kay Redfield Jamison, que está dedicado enteramente al suicidio". También hizo un curso presencial de la UNED sobre el suicidio. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de ANTONIO VILLARREAL - El Confidencial