El recurso previsto por la ley contra la decisión de la Junta Electoral ante el Tribunal Supremo, del que Torra hará uso solicitando medidas cautelarísimas, demuestra lo contrario de lo que sostuvo en la sesión extraordinaria del Parlament, y, en general, a lo largo de todo su extravagante mandato: España es un Estado de derecho en el que existen contrapoderes y las decisiones son revisables, llegando, incluso, a las instancias europeas reconocidas como cúspide del propio sistema judicial. Es decir, exactamente todas las garantías que Torra suprimió en periodo electoral para los catalanes no independentistas al erigirse en un poder que solo responde ante las reglas que él mismo decide y que él mismo interpreta, razón por la que fue condenado a una pena de inhabilitación.
Era el recurso ante el Supremo contra esta inhabilitación dictada —en sentencia no firme— por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña lo que estaba en trámite cuando el Partido Popular, Ciudadanos y Vox decidieron forzar un atajo para ejecutarla a través de la Junta Electoral Central. La reacción contra la iniciativa de estas tres fuerzas políticas no exige, sin embargo, colocar el foco sobre la resolución de la Junta o sobre la Junta misma, aceptando implícitamente el dilema de que lo que está en juego es acatar o no la decisión de un órgano que cumplió su deber cuando correspondía. Es compatible no desacatar la resolución con recurrirla, a fin de privarla del protagonismo a destiempo que nunca debió tener. ->>Vea más...
FUENTE: Editorial de El País