Lo menos que puede decirse del debate que los socios de Sánchez agitan en los medios y suscitan en el Congreso es que resulta tan extemporáneo y excéntrico como casi todo lo que viene sucediendo en la lucha partidaria.
Sus señorías no han considerado necesario realizar un debate serio sobre las razones estructurales y coyunturales de nuestro fracaso epidemiológico; y la única voz solvente que se ha escuchado en el Parlamento sobre el alcance de la crisis económica fue la del gobernador del Banco de España. A cambio, nos hemos hartado de oírles bramar sobre ETA, el FRAP y ahora los GAL, sobre fascistas, bolivarianos e hijos de terroristas, sobre imaginarios golpes de Estado derrocatorios y ficticias dictaduras constitucionales. Sus señorías nos han devuelto a la España negra en el momento más negro de la España democrática.
Si algo tiene interés en este episodio es la obscena sucesión de los hechos. La intervención de González fue interesante, pero no especialmente novedosa respecto a sus planteamientos conocidos. El documento de la CIA es viejo y ya se hizo público en su día. Lo único noticioso de este asunto es la conexión directa e inmediata entre ambas cosas. Lo que hay que averiguar es de qué despacho salió la orden y cuál fue, de las palabras de González, la que motivó el envío de una advertencia disuasoria usando a los socios como mensajeros. Yo apuesto no por las del camarote de los Marx, sino por esta otra sobre el Partido Socialista: “Quienes tengan discrepancias, deben exponerlas”. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - El Confidencial