Apoderados de la mafia (Diego Cadena) que terminan siendo abogados de un expresidente (Álvaro Uribe) y que hacen el trabajo sucio de convencer a criminales, narcotraficantes y paramilitares que están en las cárceles para que construyan falsos testimonios a cambio de plata y de prebendas carcelarias en contra de un político de oposición (Vélez, Monsalve, Mancuso y 25 más). La política y el poder se nos volvieron un modus operandi de prácticas mafiosas y los colombianos no nos hemos dado cuenta de que funcionamos como una narcodemocracia.
Lo más tenebroso es que esta no es la primera vez que a Álvaro Uribe se le vincula con montajes a opositores ni con manipulación de testigos. En realidad, desde hace 12 años el uribismo ha tenido la misma práctica cada vez que siente que la justicia puede llegar hasta donde su máximo jefe.
En octubre de 2007, al mes de que la Corte Suprema de Justicia le abrió indagatoria por parapolítica a Mario Uribe, primo de Uribe Vélez, el entonces presidente salió a denunciar públicamente a Iván Velásquez, quien se desempeñaba como magistrado auxiliar de la CSJ. Lo acusó de estar manipulando testigos en su contra desde las cárceles y pidió en tono imperativo que lo investigaran.
Uribe había sustentado su denuncia contra Velásquez en una carta firmada por Tasmania, un paramilitar que estaba en la cárcel y que aseguraba que había sido presionado por Velásquez para decir que Álvaro Uribe había participado en el asesinato de otro paramilitar.
Más tarde se supo que todo era un montaje, como ha sucedido con muchas de las denuncias que Uribe hace. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - Semana