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viernes, 14 de agosto de 2020

(Panamá) La pandemia deja un panorama desolador tras 5 meses de confinamiento

La ciudad de Panamá amanece desnuda. Un paseo por las principales calles arroja un panorama inquietante de comercios clausurados, escaparates tapiados, estáticos controles de policía e incluso la convulsa calle 50 sin su tráfico habitual. Han pasado cerca de cinco meses desde que el 25 de marzo se declarara la cuarentena total en Panamá. La decisión, precedida por un toque de queda escalonado, respondía a la propagación del covid-19 en Europa y fue recibida con cierta eficacia por su rapidez, en comparación a la remolona respuesta de España.

Sin embargo, y a pesar del confinamiento más absoluto, de las calles vaciadas y de los miles de negocios cerrados, los contagios continúan en aumento, la confianza en el gobierno diluida y la economía de sus habitantes, estrangulada.

Las cifras sitúan a Panamá en el epicentro de la tormenta y antojan una difícil digestión: a 11 de agosto el país contabiliza 76.464 contagios, una media de mil diarios, y 1.680 muertes, según el Ministerio de Salud. “Las medidas y acciones del gobierno, en muchos casos, son improvisadas, arbitrarias y no existe acción coordinada”, afirma Luisa Elena Nuccio, cofundadora del medio de comunicación digital 'Praxis', y añade que “el mayor error que ha cometido el gobierno ha sido ignorar a los ciudadanos”. Para un país de 4 millones de habitantes esta dinámica ascendente lo instala entre los primeros puestos del mundo en letalidad y mortalidad por cada 100.000 habitantes. Según 'The Economist', para alcanzar los niveles económicos previos a esta crisis habrá que esperar a 2023.

Segregación de sexos y ley seca
Una de las particularidades más esperpénticas es la segregación por sexos. En la actualidad, las mujeres pueden salir los lunes, miércoles y viernes; los hombres, martes y jueves; el fin de semana, todos a descansar. Las salidas se realizan en función del último número de cédula (documento de identidad) en abanicos de dos horas. Este entramado de franjas y particiones contrasta con la desconcertante emisión de más de medio millón de salvoconductos que sugiere que muchas empresas no quieren o no pueden digitalizar sus servicios. Algunas pequeñas ciudades del interior, en cambio, sí han logrado contener el virus, reactivar ciertas actividades y degustar los viejos ecos de autonomía. ->>Vea más...

FUENTE: Con información de EHRIOR SANABRIA - El Confidencial

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