Eso fue el jueves. Serían como las diez de la noche porque me acuerdo de que ya se había acabado Pasión de gavilanes y yo iba a ver el programa ese de Prevención y acción contra el Coronavirus, que dejé grabando porque está buenísimo.
De golpe oí un barullo en el parque, y me dio por asomarme y vi unos muchachos como raros, y dije: “típico esos son los muchachos a los que Juan Manuel Santos les pidió salir a la calle a protestar, o vándalos que vienen a tumbar la estatua del expresidente Turbay que hay en el parque”. Porque ahora la moda es tumbar estatuas, como la que tumbaron en Popayán, que era de un conquistador, o el monumento a los Crocs viejos que estrenaron en Rionegro y ya llenaron de grafitis.
Cuando vi que podía haber líos, me dije: “mejor llamo al cuadrante”.
Al ratico fue que llegaron varias motos y en una de ellas venía un agente gordito y canoso que iba de parrillero. Pero de parrillero de verdad: llevaba unas salchichas que asaba en una parrillita y se las comía todo ansioso.
Bueno: los agentes llegaron, se pusieron a hablar y hasta ahí todo bien.
Luego fue que comenzaron las explosiones y el agente gordito empezó a cometer todo tipo de abusos. No digo ir a Panaca en avión oficial, sino abusos de verdad, como gobernar por decreto y coger para él solito todos los entes de control.
Cuando vi todo eso, cogí el celular y salí al parque a grabar porque yo soy muy de la ley, y eso me pareció el colmo.
Me le acerqué y le dije: “agente, ¿cuál es su número?”, porque llevaba la chaqueta puesta como su propio gobierno: al revés. “¿Cuál es su número que no se le ve, agente?”, le dije, siempre grabándolo con el celular. Y montó entonces un número que incluía sostener una pelota en la frente, tocar guitarra y repartirles dulces a los niños del Chocó.
Yo le dije: no, agente, me refiero a su placa. Me dijo que era la del túnel de La línea, una placa muy grande con su nombre que junto con la muralla china son las dos únicas cosas que se pueden ver desde la luna.
El hombre como que uno le hablaba y no entendía bien las cosas. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - Los Danieles