En junio de 1997, Joan Laporta acompañó a su suegro, Joan Echevarría, a una reunión de opositores del 'nuñismo'. El objetivo de aquellos socios notables era vertebrar una candidatura que pudiera plantar cara a Núñez, que llevaba casi 20 años en el cargo y que, de la mano de Johan Cruyff, había conducido al club por una etapa histórica en la que ganó la primera Copa de Europa, dotó de identidad deportiva al Barcelona y lo situó entre los mejores del mundo.
Tan solo un mes después, Laporta se enroló en la candidatura de Ángel Fernández, propietario de Don Piso, pese a que sabía que las posibilidades de derribar a Núñez eran mínimas. A Laporta no le importó, porque estaba allí para aprender. De hecho, dos días antes de los comicios, Laporta le pidió al candidato abandonar y ahorrarse el trago de la derrota. Fernández siguió adelante y Núñez le quintuplicó el número de votos.
Ángel Fernández nunca volvería a encabezar una lista para presidir el Barça (aunque fue vicepresidente fugazmente en la era Gaspart), pero Laporta tomó buena nota: con Cruyff fuera del club, el nuñismo era un castillo que se derrumbaba por momentos. De modo que Joan siguió golpeando desde Elefant Blau, una plataforma que creó un año después con dos propósitos: generar ruido en torno a Núñez y seleccionar el mejor equipo de cara a una candidatura que entrase en tromba en el Camp Nou.
La estrategia fue brillante: al tiempo que la plataforma captaba la atención a base de ser una máquina de generar conflictos a la directiva, primero a Núñez y a partir de 2000 a Joan Gaspart, Laporta iba reuniendo tras la cortina lo que después definiría como "el círculo virtuoso": Alfons Godall, Albert Perrín, Ferran Soriano, Josep Maria Bartomeu o Sandro Rosell proceden de esa época. Y de consejero, Johan Cruyff, que había establecido una buena amistad con Laporta, que incluso llegó a representarle legalmente.
Laporta se presentó a las elecciones de 2003 con una fórmula que hoy tildaríamos de populista: una candidatura regeneracionista en lo económico y emocional en lo deportivo, basándola por completo en las ideas de Cruyff, que había sido despedido en 1996, pero añadiéndole un poco de azúcar con fichajes como Beckham (no pudo ser) o Ronaldinho, que a la postre fue el mascarón de proa de sus primeros años. En lo económico, Laporta consiguió que la prensa los bautizara como 'la generación del PowerPoint', una imagen que los catapultó en términos de apoyo social, ya que representaban la solvencia y el orden en contraposición a la forma presidencialista en que habían gestionado la caja Núñez y Gaspart durante décadas.
Mientras, en las esferas de poder barcelonesas, Laporta se presentaba como el único candidato independentista capaz de devolver la gloria a la institución. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de Alfredo Pascual - El Confidencial