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domingo, 23 de enero de 2022

(Colombia) El lente de Indira (+Opinión)

Por Ana Bejarano Ricaurte -
Las patronas son unas mujeres que llevan casi veinte años dando auxilio a los viajeros desventurados que cruzan en tren por Veracruz, el estado que abraza el golfo mexicano. El documental Llévate mis amores cuenta la historia de esta organización comunitaria, que asiste con bolsas de comida, consejo, cuidados de salud e incluso la defensa de los derechos humanos a los migrantes abandonados a su suerte. La película, producida por la cineasta Indira Cato, es una galardonada historia sobre las dificultades de la migración, de la pobreza apabullante y de la más desprevenida solidaridad humana. Es también la narración de una maternidad fugaz, en la que las patronas, por un solo instante, se convierten en momentáneas cuidadoras de estos viajantes a la deriva. “Los tratan como hijos”, cuenta Cato en una entrevista para el Festival de Cine de Celaya. 

Encontré el video porque esta semana el periodista y escritor Gustavo Tatis, en una crónica para El Universal de Cartagena, reveló que Gabriel García Márquez tuvo una hija hace treinta años, por fuera de su matrimonio con Mercedes Barcha. No se sabe mucho de la historia, especialmente porque no se ha escuchado la voz de sus protagonistas, pero al parecer Gabo sostuvo un romance con su estudiante y colega Susana Cato y de aquel suceso nació Indira. 

La noticia desató un interesante debate sobre la relevancia e interés público del hecho de que Gabo hubiese incurrido en una infidelidad matrimonial y cuál fue la consecuencia de ese pecado. ¿Amerita este relato ser contado? En este punto ya resulta inocua la pregunta, pues lo cierto es que el texto de Tatis sacudió al mundo entero e impuso la conversación sobre un puñado de temas: la paternidad no reconocida, el legado de un gigante literario, las herencias y el robo de la identidad de los hijos no reconocidos. 

La chiva de Tatis despertó además dos hordas igual de caricaturescas: los lagartos y las canceladoras. La zalamería insulsa alrededor de la noticia es inexplicable. Bueno, no. García Márquez estuvo rodeado de aduladores incansables y por eso no sorprende que la historia de la hija que escondió fuese contada y comentada con la intención de exculparlo, casi endiosarlo de nuevo. El hecho de esconder del público a una hija es un acto reprochable que le robó a una persona su identidad y su historia familiar, al menos durante una parte importante de su vida. “La hija oculta”, “el secreto mejor guardado”: indigno. Para otros, hipócritas y moralizadores, la infidelidad del nobel también es un asunto censurable. Nada tiene que ver eso con el genio literario que retrató a Colombia ante el mundo, con el maestro de las letras, el cine y el periodismo. ¿Es necesario un nuevo ejercicio de idolatría para rememorar esta parte de su historia?

Por la misma razón, se equivocan también las voces que llaman a tachar a Gabo, a lanzarlo a la hoguera y a repudiar su obra, porque erró en un asunto de su vida personal que de repente adquirió trascendencia pública. Cancelar a García Márquez es una estupidez, un imposible y un despropósito. Se puede admirar el talento de un escritor y al mismo tiempo entender que era un ser humano en cuya vida privada, como es apenas natural, tomó decisiones equivocadas. ¿Solo se puede leer y apreciar a los perfectos, a los ídolos? ¿Acaso cancelar a Gabo traerá justicia a las mujeres olvidadas de la historia? ->>Vea más...
 
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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