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viernes, 25 de octubre de 2019

(España) Lo que no se vio de la exhumación de Franco: 'walkie talkies', tensión y maldiciones

Merry Martínez-Bordiú, la nieta favorita del dictador, no dejaba de "provocar". Mascullaba "continuamente", cargaba contra el Gobierno mientras apuntaba cada paso escrupulosamente en su libreta. Primero sentada sobre el suelo, hasta que le fue ofrecida una silla.

—¡Profanadores!

Y luego:

—¡Que la maldición de desenterrar a un muerto caiga sobre vosotros!

La tensión se apoderaba de la basílica del Valle de los Caídos. El templo faraónico y lúgubre que Francisco Franco ordenó construir, en el que fue enterrado con todo el boato y la parafernalia del régimen el 23 de noviembre de 1975 y del que fue exhumado, en una jornada que ya quedó escrita para la historia, el 24 de octubre de 2019. 43 años, 11 meses y un día después. Un dictador arrojado de su mausoleo con la fuerza de los tres poderes de la democracia —el legislativo, el ejecutivo y el judicial— y apartado para siempre de las víctimas de la contienda. El general autoritario que yace ya junto a su esposa, Carmen Polo, en un cementerio municipal, el de Mingorrubio-El Pardo, al oeste de la capital. Era el final de un "agravio", de una anomalía, de una "afrenta moral", en palabras del jefe del Ejecutivo.

Cuando a las 12:53 se abrían las puertas de la basílica y asomaba el féretro original de Franco, portado en hombros por sus directos descendientes —entre ellos, sus nietos Cristóbal, Francis y Jaime, y su bisnieto Luis Alfonso de Borbón—, en medio de un sepulcral silencio y un vacío absoluto, se escapaba al tiempo una atmósfera embarazosa, algo violenta, según lo describían fuentes del Gobierno. Llegar a ese punto, tras dos horas y media encerrados todos, Ejecutivo y familia, en el interior, fue el resultado de un forcejeo intenso e intermitente. Especialmente bajo la doble carpa techada azul que protegía la tumba de Estado de Franco y bajo la que sus nietos exigieron que no hubiera ningún cambio de ataúd, por muy deteriorado que estuviera aquel con el que su abuelo fue inhumado en 1975.

Los 22 familiares de Franco (nietos, cónyuges y bisnietos) habían atravesado la cancela del Valle de los Caídos unos minutos antes de lo previsto. Tres minibuses les habían recogido en distintos puntos de Madrid y les habían conducido, protegidos policialmente, hasta Cuelgamuros. Poco antes de las 10:30, la comitiva llegaba a la explanada, donde era recibida por el prior administrador, Santiago Cantera, su gran aliado en un combate finalmente perdido, el religioso que, con el apoyo de su comunidad benedictina, mantuvo el pulso al Ejecutivo, incluso frente al Vaticano, hasta que no le quedó más opción que rendirse. ->>Vea más...

FUENTE: Con información de JUANMA ROMERO - El Confidencial

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