La familia Diya, compuesta por cinco miembros, padre, madre y tres hijos, dos chicas de 9 y 14 años y un varón de 16, no solía ir de vacaciones, quizá un par de veces en los veinte últimos años. Por eso todos estaban tan ilusionados con su viaje a Mijas. Llegaron el día 21 por la noche, tarde, y se alojaron en la habitación 212 del complejo vacacional La Costa. Al día siguiente un responsable del club les entregó toda la información del centro vacacional, incluido un mapa donde les indicaban la ubicación de las piscinas. Además, les hicieron un tour por el interior del complejo y les fueron enseñaron los lugares de interés: restaurante, gimnasio, las tres piscinas existentes…
El día 24, sobre las 13.00 horas, los cinco se acercaron a la zona de piscinas. Estaban solos. No había nadie más. Se fijaron primero en la piscina pequeña, la que menos cubría, pero leyeron que solo podían usarla menores de seis años de edad. Obedecieron. Así que se decantaron por la otra, una piscina para adultos, con un diseño extraño. No seguía los parámetros habituales: un extremo es el menos profundo y poco a poco va descendiendo el fondo, como en una cuesta, hasta que en el extremo opuesto se alcanza la mayor profundidad. En este caso no era así. La piscina era como un cráter. Alrededor de todo el borde se puede hacer pie sin problema, pero tiene una pendiente con una severa inclinación en algún punto que llega a los dos metros de profundidad en el centro. La madre reconoce que se fijó en este detalle y advirtió a los niños que se quedaran en la parte menos profunda:
La primera en entrar fue la pequeña de 9 años. Lo hizo por la parte menos profunda y se quedó pegada al borde. Hacía pie. Le siguió la hermana de 14 años, pero casi no llegó ni a mojarse, porque se dio cuenta de que llevaba enrollada una toalla a la cintura y regresó con sus padres para quitársela y dejarla sobre la hamaca. Para cuando regresó a la pileta, estaba ya dentro su hermano de 16 años. La joven superviviente entró: “En cuanto me di cuenta de que no hacía pie me asusté mucho y traté de salir”. Le costó un esfuerzo enorme pero lo logró. Ya fuera escuchó los gritos de auxilio de su hermano varón. Se giró y vio cómo la pequeña de 9 años y el joven luchaban por no ahogarse mientras él pedía ayuda. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de NACHO ABAD - El Confidencial