Fuentes próximas al caso vinculan el pago al monarca con esos acuerdos y con la decisión de Juan Carlos I de concederle al rey Abdulá el collar de la insigne Orden del Toisón de Oro, el reconocimiento de mayor prestigio internacional y el más alto que el monarca podía conceder a título personal. La entrega se produjo en junio de 2007 en la primera visita de un rey saudí a España desde 1980 y generó una enorme polémica, porque supuso un lavado de cara a un régimen que tenía la consideración de paria en la comunidad internacional por su vulneración sistemática de los derechos humanos y sus intensas relaciones con el terrorismo yihadista de Al Qaeda, entre otros motivos.
La transferencia de 100 millones de dólares (64 millones de euros al cambio de la época) y otras operaciones están siendo investigadas por Yves Bertossa, fiscal del cantón de Ginebra, en una macrocausa que inicialmente se centraba en el presunto blanqueo de capitales a través del sistema financiero helvético. Los principales implicados eran el gestor Arturo Fasana y el abogado Dante Canonica, ambos con despacho en la capital suiza. Sin embargo, el rastro de estos operadores ha terminado destapando la existencia de una estructura 'offshore' que habría permitido ocultar durante años la identidad de Juan Carlos I y una fortuna sobre la que, por ahora, solo se pueden hacer estimaciones provisionales.
El movimiento más importante se produjo el 8 de agosto de 2008, como reveló este martes el diario 'Tribune de Geneva'. Ese día, el Gobierno de Riad transfirió 100 millones de euros a una cuenta del banco suizo Mirabaud. La titular del depósito era una sociedad instrumental panameña, Lucum Foundation, controlada por Fasana, Canonica y otros testaferros locales. El monarca habría hecho uso de esos fondos durante los meses siguientes hasta que, en septiembre de 2012, transfirió los últimos 65 millones de dólares (41,6 millones de euros) a una cuenta de su examante Corinna zu Sayn-Wittgenstein en concepto de donación. ->>Vea más...
FUENTE: Con información de JOSÉ MARÍA OLMO - El Confidencial