El barbado director del CIS, alentado por espíritu de ambos, trata de convencer a Sánchez de que es posible convertir a España en una isla paradisiaca como la de Ávalon, donde los ciudadanos solo se informen por los canales de la propaganda oficial y los partidos de la oposición desprecien la crítica como herramienta de combate. «Nada tiene de malo darle al pueblo lo que el pueblo demanda», susurra el hechicero de la Moncloa.
Después de todo, voilà: dos de cada tres españoles «creen que habría que restringir y controlar las informaciones, estableciendo sólo una fuente oficial de información» y nueve de cada diez opina que la oposición debe «dejar las críticas para otro momento».
Mientras tanto, los expertos que analizan los sesgos sociales que se han puesto en marcha en el mundo entero durante el confinamiento, observan una cierta proclividad de los ciudadanos a la mano dura. Un grupo de investigadores de la Universidad de Barcelona ha detectado en los españoles un cambio en las preferencias hacia un gobierno autoritario. También he leído que Pep Lobera, el sociólogo de la Universidad Autónoma de Madrid que estudia la confianza en las instituciones en su respuesta a la crisis, con datos de siete países, ha llegado a la conclusión de que en todos ellos los ciudadanos consideran muy débil la respuesta de sus respectivos gobiernos. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - ABC