¿Qué tan cierto es esto? Vamos por partes:
1. Afean al paisaje. Sería necio negar que un parque eólico modifica el paisaje, igual que casi cualquier actividad humana; sin embargo, es necesario matizar. Primero, los parques son compatibles con la ganadería, agricultura o conservación. El espacio que ocupan los aerogeneradores es menos del cinco por ciento del terreno total del proyecto. Además, antes de realizar la instalación, los desarrolladores del proyecto deben realizar una serie de estudios, indicar los impactos en el sitio que se instalará y entonces la autoridad puede negar, condicionar o aceptar las condiciones ambientales en que se desarrolle el proyecto. Hay proyectos eólicos que, ante la evidencia de paso de aves y/o murciélagos, han tenido que modificar el diseño de un parque. Si consideramos en impacto ambiental de un parque eólico en comparación con una refinería, una planta termoeléctrica, un ciclo combinado o cualquier forma de generación por medios fósiles como los que este gobierno promueve o licita, el daño es sólo estético, mientras que los otros generan daño a la salud, al ambiente, afectan flujos hídricos, incrementan emisiones contaminantes, entre muchos otros.
2. Transa neoliberal. Esta parte es muy interesante ¿A qué transa se referirá? Quienes desarrollan parques eólicos tienen que cumplir con: impacto ambiental, evaluaciones del impacto social (creado con la reforma energética de 2013-2015); pagan ya sea por venta o renta de terrenos, construyen lineas de transmisión; en algunos casos, como la expansión de parques eólicos en Oaxaca, fue necesario la construcción de decenas o tal vez centenas de kilómetros de líneas. Y por si esto fuera poco, los proyectos eólicos entregan la energía eléctrica a costos de hasta 17.77 dólares por megawatt-hora entregado (Precio récord de eólico de la tercera subasta de energía limpia), cuando el costo promedio de generación promedio de Comisión Federal de Electricidad es de 78 USD por megawatt-hora entregado. Todo esto es sin recibir un sólo peso del Estado ¿Dónde estará la transa?
3. Requieren subsidios. La variabilidad (las eólicas no generan las 24 horas del día) ha hecho crecer el mito del subsidio. Ya hace algunos meses escribí sobre el falso subsidio por el asunto de la intermitencia o variabilidad en este mismo espacio; sin embargo, vale la pena aclarar: La energía que entregan los parques eólicos se entrega de acuerdo a las normas e indicaciones que el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) indica, al costo acordado en los contratos y que paga el usuario final mediante el pago de su recibo y las tarifas correspondientes. De haber subsidio en las facturas, ese subsidio lo recibe el usuario final, que paga sólo una parte del costo total de tener energía en su casa, no el generador, que sólo recibe el pago convenido.
Pero entonces pondré un ejemplo de por qué usar energía eólica puede significar ahorros para el Estado y/o para el consumidor de energía y no genera subsidios. El ejemplo es general y extremo, no real, pero refleja lo que podría significar el uso de eólica de forma masiva
Según el recibo, un usuario de energía eléctrica consumió 164 kWh de energía a un costo promedio de 836 pesos por MWh. A eso se le suma los costos de transporte, distribución y el costo administrativo y el usuario pagaría 466.02 pesos; sin embargo el subsidio de 328.21 hace que pague 138 pesos + IVA.
Si sustituyéramos el costo de su energía por el del parque de la tercera subasta, tendríamos una facturación de 397 pesos (en todo este ejercicio he usado el costo de dólar de 19 pesos, pues la factura con la que se hace el ejercicio es de enero-febrero de este año).
Entonces si se mantiene el subsidio idéntico, el usuario pagaría 69.27 pesos + IVA.
Si en lugar de bajarle el monto a la factura, el ahorro de recibir la energía del parque de la subasta, se tradujera en reducir el subsidio, el Estado pasaría de subsidiar con 328 pesos a 239 pesos, 89 pesos menos. Si eso lo multiplicáramos por 40 millones de usuarios en tarifa subsidiada, significaría un ahorro para el Estado de cerca de 3 500 millones de pesos.
¿Por qué rechazar estos ahorros al ciudadano o al Estado? ¿Por qué preferir proyectos que no sólo cambian el paisaje, sino que contaminan? ¿Por qué comprometer los recursos de salud o educación en construir plantas que en el mundo van de salida?
Creo que es por tener en el equipo, como asesores, a personas que no tienen información clara y entonces mal informan a la cabeza. Ojalá eso cambie, porque el país necesita ver hacia el futuro, no vivir en la intensa y dañina nostalgia al pasado. Porque seguir generando con combustibles fósiles sin subir precios, si requiere subsidiar.
Pero hablando de nostalgia, ¿qué puede haber más bello en energía que los molinos de viento del Quijote?
Vocero de la Plataforma México Clima y Energía.
FUENTE: Artículo de opinión - nexos.com.mx