—¡A raspar la olla, como dijo el ministro Carrasquilla! —bromea con el personal de cocina, excompañeros todos de la Facultad de Derecho de la Sergio Arboleda a quienes ha conseguido ubicar en la nómina estatal para que ellos también repartan tajadas y preparen mermeladas.
En el justo momento en que —acaso por primera vez en su mandato— se anima a destapar una olla, María Paula Correa, su mano derecha, lo llama por el teléfono Falcon.
—Otra masacre, Presidente —le informa—: nos toca viajar a Samaniego.
—No digas masacre —la corrige el presidente de todos los colombianos—: suena brusco. Di homicidio colectivo.
—Hablas con la boca llena: ¿otra vez rompiste la dieta? —reclama ella.
—Prefiero decir: Suspensión Temporal del Control Preventivo de Ingesta.
—Ponte el tapabocas, por favor: es para momentos como este.
La noticia del viaje no le gusta. Le preocupa no preparar en persona la emisión de hoy de Prevención y acción, su exitoso programa de televisión, máxime cuando pensaba lanzar el segmento comercial “Prevención y Acción, el arrancagrasa”. Sería el primer anunciante de su programa.
Pero el plan debe esperar. El presidente se enfunda entonces los apretados bluyines oscuros que reserva para salir a las regiones, casi nuevos; asegura el estuche de las gafas Rayban en el cinturón. Y en menos de lo que imagina, sobrevuela Colombia, rumbo a Samaniego, mientras recibe informes de sus asesores. Su consejero de seguridad, por ejemplo, le muestra el estudio de la firma Du Brands: ya tienen clasificados en positivos, negativos y neutrales a los opinadores que hablan del gobierno.
Sopesa lo que debe hacer con esa información. Su amigo José Obdulio Gaviria le diría que neutralice a los negativos, asunto desafiante en una persona positiva como él. Por lo pronto, pide una nueva clasificación: la de los falsos positivos.
La aeronave aterriza y el presidente baja de primeras y besa la tierra. Ahí está Samaniego, a sus pies. Conque era eso.
Las calles hierven de gente. Animado ante los rayos de sol, decide recorrerlas a pie y lamenta no haber traído los naipes para hacer magia ante algunos transeúntes. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión - Los Danieles