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martes, 15 de septiembre de 2020

(Colombia) Las cuentas claras (+Opinión)

Por FERNANDO GARAVITO
Domingo 17 de marzo de 2002

A instancias de un amigo común, que no es pero va a ser presidente de la República, me reuní el martes pasado con el doctor Álvaro Uribe. Dado que la primera lealtad de un columnista es con quienes lo leen, he resuelto resumir para ustedes los pormenores de esa entrevista.

Primero, el motivo. Preocupado por algunos indicios que tuve a lo largo de los últimos quince días en torno a mi seguridad personal, pregunté a varios expertos en la materia cuál sería el camino más adecuado para protegerme sin aspavientos. Uno de ellos me manifestó que cualquier procedimiento contra mí podría convertirse al mismo tiempo en un boumerang contra el doctor Uribe. Según él, sería fácil que le achacaran cualquier participación, por mínima que fuera, en ese atentado.

Le expresé entonces que en ningún momento me había sentido amenazado por el doctor Uribe. En consecuencia mi interlocutor me preguntó si me gustaría conversar con él. Le dije que no tenía objeción alguna. Él se encargó entonces de establecer los contactos necesarios y de acompañarme a dialogar con el candidato.

Segundo, la entrevista. Debo decir que el encuentro fue cordial. El doctor Uribe me preguntó qué importancia tendría para mí un comunicado en el que él solicitara respeto para mi vida, y dado que algunas prevenciones sobre mi seguridad giraban en torno a organismos relacionados con la embajada norteamericana, me recomendó hablar con el canciller para que él, a su turno, se pusiera en contacto con la jefe de esa misión diplomática. Le propuse entonces que le diera a su carta un contenido general y que en ella expresara lo que piensa sobre el libre ejercicio de la opinión y la información. Se mostró en desacuerdo. Según él, su respeto por la libertad de prensa es y ha sido absoluto. Con base en esa apreciación, insistió en su propuesta. Le ofrecí pensarlo. Luego, la reunión, que se prolongó por espacio de una hora y cuarenta minutos, giró en torno a algunas de las acusaciones que se le han formulado. Lo oí con interés. Pero como no se trataba de polemizar ni estábamos en una entrevista, resolví abstenerme de cualquier controversia.

Tercero, el resultado. Al día siguiente, por intermedio, otra vez, de nuestro común amigo, le manifesté al doctor Uribe mi acuerdo con su comunicado, mi desacuerdo con la intervención de un funcionario como el canciller al que siempre he considerado la reedición del tonto de capirote, y mi propósito de informarle a mis lectores lo ocurrido. El doctor Uribe expidió el jueves por la noche el comunicado que ustedes conocen. Esta es, entonces, mi columna.

Considero que mi contacto con el doctor Uribe fue realmente positivo. Es importante que el debate político se desenvuelva en un tono superior. Todo lo que ayude a consolidar el deteriorado proceso en que nos desenvolvemos, tendrá importancia si se trata de evitarle al país nuevas tragedias. Por mi parte, como lo explico aquí mismo, sólo modificaré en muy poco mi posición. Sigo creyendo que esa candidatura constituye un peligro para nuestra democracia, y que el doctor Uribe no es el hombre que necesita una situación tan aguda como la que enfrentamos.

Sin embargo, trataré de hacer un aporte: le daré entonces cabida a una de las reglas de oro de la información, que en realidad poco y nada tiene que ver cuando se trata de expresar una opinión. Así pues, cuando de ahora en adelante afirme algo en torno a la hoja de vida personal o administrativa del candidato, incluiré en la misma columna la respuesta que él quiera darle a mis observaciones. Me parece que de esa manera ustedes tendrán una versión más equilibrada de los hechos.

Repito: mi posición sólo cambia en ese sentido. Y creo que todavía hay mucha tela qué cortar en este largo camino.

FUENTE: Artículo de Opinión - La Nueva Prensa de Colombia

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