Por Daniel Samper Pizano - Una mirada de reojo al futuro (es peligroso mirarlo de frente, porque engaña, sorprende y desconcierta) muestra que en Colombia se acabará la pandemia primero que la corrupción. Cada día trae su podredumbre y del pasado cercano reaparecen sucios fantasmas como el cómicamente denominado Zar Anticorrupción, que Estados Unidos nos reexpide para que delate a otros de su ralea.La materia prima abunda y los cimientos están echados para que, así como existe la ciencia de la violentología, nazca en estas tierras la de la corruptología dedicada a estudiar diversas formas de enriquecerse mediante el robo, la trampa, el engaño, la marrulla, la triquiñuela, el embuste… La víctima por lo general es el Estado, pero existen otras posibilidades interesantes.
Colombia debe superar la etapa de limitarse a informar sobre episodios de corrupción y adentrarse en su estudio científico. Buen precedente es el Periódico de la Universidad Nacional, que en su última entrega dedica diez páginas a analizar aspectos especializados del asunto. Desde la sofisticada “captura del Estado” por una plutocracia hasta la corrupción en la Justicia y la inequidad tributaria, lente de aumento de la percepción del fenómeno. Los ensayos fueron escritos por profesores o alumnos de la UN y en ellos se habla del qué, el cómo, el por qué y el quiénes y se ofrecen fórmulas para combatir una plaga que corroe las instituciones, hace más pobres a los pobres y –miren qué sorpresa— más ricos a los ricos.
Se presta la corruptología para hondos y variados estudios. Algunos tratarán temas duros, como son los indicadores económicos, el PIB, el índice de Gini y cosas así; otros pesquisarán la influencia de los costos electorales en la sinvergüencería de gobernantes y políticos; unos más versarán sobre la psicología del corrupto y otros desbrozarán la jungla legal donde se crían delitos e impunidades. Confío en que en este amplio menú de estudios no falte la historia nacional e internacional de la corrupción. Como aspiro a ser catedrático cuando se inaugure la primera escuela de corruptología, presento aquí mis credenciales con algunos apuntes sobre la que cabría titular como Historia patria pútrida.
El primer secuestro. Fue cometido por aborígenes de Tamalameque (Cesar), cuando asaltaron en 1540 al grupo original de mujeres españolas que llegó al Nuevo Reino. A una de las seis raptaron y nunca más se supo de ella. Se ignora si buscaban rescate, venganza o satisfacer su curiosidad e instinto naturales.
El primero que se voló con bienes públicos. En 1538 el adelantado español Alonso Luis de Lugo huyó con un costalado de oro tairona que debería haber repartido con sus soldados y la Corona.
El primer traficante de influencias. El licenciado (abogado) Jerónimo Lebrón, gobernante de lo que hoy es Colombia, favoreció en el reparto de encomiendas (territorios de múltiple explotación) a un grupo de conquistadores primerizos. Estos lo recompensaban con oro y mercaderías. Se volvió multimillonario y se largó a Santo Domingo a gozar de su dinero mal habido. ->>Vea más...
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles