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lunes, 15 de marzo de 2021

(Colombia) ¿Enjuiciar periodistas pone fin al mal periodismo? (+Opinión)

Por: Catalina Botero -
Una de las paradojas del periodismo serio e independiente es que cuando más se necesita es cuando más amenazado está.

Asistimos hoy a novedosas formas de autoritarismo electoral, fanatismos políticos, procesos articulados de desinformación masiva y una pandemia que ha servido de pretexto para que distintos gobiernos afecten de manera desproporcionada derechos fundamentales y garantías institucionales. En condiciones como estas en las cuales es urgente un periodismo de calidad, las amenazas contra la prensa son cada vez más complejas y poderosas.

La violencia contra periodistas ha aumentado, los medios profesionales atraviesan una crisis severa del modelo de negocio, la estigmatización se ha convertido en un recurso ordinario de los lideres políticos, ha crecido la judicialización arbitraria de los periodistas y campea el mal periodismo. Me detendré en estas dos ultimas, estrechamente relacionadas, pues sobre ellas hay poca discusión pública.

Una de las más severas amenazas contra el buen periodismo es el mal periodismo, es decir, el periodismo amarillista que exagera con la misma decisión con la que oculta y que con ello contribuye a la desinformación. Este periodismo prospera especialmente en contextos fanatizados donde un sector cautivo de la audiencia solo quiere oír lo que ratifica sus creencias. Se trata de un sector que disfruta el eco de la manada tanto como asistir al espectáculo del cruce altisonante de adjetivos, pero carece de interés por conversaciones más sosegadas donde la inteligencia se emplee para poner a prueba las propias convicciones y no para insultar al contradictor. Un ejercicio periodístico en el que la verdad no es aquello que coincide con la evidencia sino con las opiniones de su nicho termina provocando enorme desconfianza en el público. Si cualquier cosa es verdad, entonces nada es verdad; y si nada es verdad, da igual una investigación periodística rigurosa que un mensaje sesgado en WhatsApp. La desconfianza producida por el mal periodismo es caldo de cultivo perfecto para que los gobiernos autoritarios acaben con las garantías para el periodismo serio y riguroso que tanto los incomoda.

La pregunta que surge entonces es cómo enfrentar el mal periodismo. Hay quienes creen que resulta indispensable judicializarlo penal o civilmente. Sin embargo, el remedio en estos casos puede ser peor que la enfermedad.

Los estándares internacionales coinciden en que no se puede aplicar el Derecho Penal al campo de la libertad de expresión cuando se trata de denuncias periodísticas sobre asuntos de interés público. El delito de difamación, por su enorme vaguedad, suele convertirse en herramienta para silenciar a quienes critican o cuestionan a los poderosos. ->>Vea más...
 
FUENTE: Artículo de Opinión – Los Danieles

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