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domingo, 12 de diciembre de 2021

Libro cuestiona la postura japonesa sobre el estallido de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki

Ocurrió aquel 6 de agosto de 1945 a las 8.15 cuando explotó la primera bomba atómica sobre una ciudad, la única de la Historia junto a su hermana Nagasaki. El sonido de unas campanas, que conmemoran todas las mañanas esa hora cero, sobrecogen al lado del esqueleto en ruinas de lo único que queda en pie, el 'Genbaku Dome', la 'cúpula de la Bomba Atómica', el emblema que mejor representa el lugar en donde murieron 60.000 personas prácticamente en un instante.

Se hace difícil reconstruir los hechos, abrumado por la tenebrosa sensación de una ciudad que repite cada día ese fúnebre ritual y al mismo tiempo esconde muchas de sus claves. Lo que sonó aquel día brevemente, unos minutos antes de las 8.15, no fueron campanas, sino las alarmas antiaéreas, cuando un B-29 americano apareció amenazante en el cielo.

La historia de la bomba parece enterrada realmente en Japón, porque apenas nadie explica las causas ni las verdaderas consecuencias. Visitar la ciudad, su parque Memorial y el gigantesco museo de la Paz deja un extraña sensación. No hay nada sobre la guerra de exterminio de Japón. Nada acerca de la razón de que EEUU tiraba la bomba también con el objetivo de posicionarse con ventaja en la nueva guerra que se empezaba a librar con la URSS. Nada sobre por qué las autoridades japonesas prefierieron guardar silencio sobre el terrible acontecimiento, ni por qué todo lo relativo a la bomba parece como una desgracia "caída del cielo" y no un acto deliberado de guerra por el que EEUU ni siquiera ha pedido perdón todavía.

Sol, silencio, olvido

Es lo que les pasó a los periodistas Fernando Palmero de El Mundo y Ana Arias de El Independiente cuando viajaron allí en 2018 y decidieron escribir una pequeña joya: 'Hiroshima: Sol, silencio, olvido' (Confluencias) que se ha publicado estos días y que ahonda en cuestiones como el pacto de silencio de más de ocho décadas firmado tácitamente por vencedores y vencidos, la verdadera huella de la mayor salvajada bélica de la historia y el origen de todo el mal que acabó por tener su colofón más terrible la mañana del 6 de agosto de 1945. Lo explica a El Confidencial Fernando Palmero.

PREGUNTA. La mera visita a Hiroshima sobrecoge y desconcierta a un tiempo porque lo que encuentras allí es una pesada losa en donde el mensaje sobre la mayor salvajada de la historia es confuso.

RESPUESTA. Lo más increíble es que después de 75 años de la bomba atómica se siga interpretando aquel convencimiento histórico, que fue trascendental para la humanidad con los mismos parámetros de la propaganda de la posguerra. Eso responde en gran parte a algo que se suele pasar por alto y es que la realidad política de Japón, que ha sido gobernado desde el año 1955 por el mismo partido político, un partido nacionalista y conservador que se niega a revisar el papel del país en la historia, ha impedido que surjan nuevas interpretaciones, nuevos elementos de análisis.

Es cierto que una de las ideas que asaltan a cualquier visitante de Hiroshima es la sensación de que no se quiere ahondar en todo lo que había ocurrido antes o que sencillamente se rebaje la revindicación contra EEUU por el simple hecho de la brutal guerra de exterminio que llevó a cabo Japón durante 15 años en Asia.

P. ¿Por qué el museo que explica aquella barbaridad es más que nada un alegato contra la energía nuclear en su conjunto y no un verdadero memorial sobre por qué se lanzó la bomba, cuáles fueron sus consecuencias...?

R. Sí, sí, no olvidemos que cuando surge el museo en 1955 que es para el décimo aniversario del lanzamiento de la bomba, acababa de terminar la presencia de EEUU en el país -que lo había ocupado hasta 1952 imponiendo incluso un modelo de constitución. Parece increíble pero es la primera vez que los supervivientes pueden hablar entre ellos, porque hasta ese momento había estado prohibido e incluso censurados los testimonios de los 'hibakusha' -el término con el que se designó a los supervivientes, literalmente 'los afectados por la bomba'. Todo esto era para evitar que se hiciera una revisión de lo que significó el papel de Japón durante sus 15 años de expansionismo en el Sudeste asiático así que se decide convertir ese museo en una alegato pacifista. ->>Vea más...

FUENTE: Con información de Julio Martín Alarcón - El Confidencial

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